martes, 15 de enero de 2019

El mundo plano

El anhelo de muchos, el antimundo, está conformándose ante nuestros ojos. Contra la variedad la uniformidad, es al parecer el eslogan que triunfa. Los borregos van tapados hasta las orejas con lana en invierno y pelados hasta los cojones en verano. La moda quieretela es perversa hasta para cagarse en la madre de Cervantes, los piojosos que te vendan los ojos para venderte la moto son capaces de todo, de todo mi amor, de todo.

Entre las cien personas más influyentes del mundo no hay ni un solo científico o creador, personas que deberían influir en la sociedad para su bien son apartadas de los medios, la lista es de TIMES, pero figuran muchos artistas, millonarios, modelos y hasta Neymar, un crío que marea a sus contrincantes en el campo de futbol. A este mundo plano lo que le interesa es que todos copien el modelo de ganador aunque eso sea solo una ilusión vana. Adorarás a tus iconos de oro, eso sí con los pies de barro. En caso de que estalle una crisis brutal serán los adorables e influyentes divos y divas los primeros en escaquearse, mientras que los verdaderos líderes se enfrentarán a las fauces de la bestia, sea la que sea.

El mundo plano es sin duda un mundo de escaparate, las verdades que propaga son tan falsas como una falsa moneda. Su imagen, su eslogan, la propia historia que narra es solo un cuento para cretinos. Se busca que la masa sea ordenada y de forma ordenada vaya a donde se le diga que vaya, haga lo que se indica debe hacer, vista como se le informa y vote cuando se le pida y a quien se le diga; todo ello suprimiendo en lo posible su propio criterio, para ello tienen a los cien influyentes y su madre.

Nuestros dirigentes y nuestros empresarios quieren uniformar el planeta, se acabará con los bosques para que hayan plantaciones inmensas de palma. Los mares una vez repletos de peces salvajes y libres, serán reemplazados por gigantescas jaulas donde se drogan y engordan con pestilentes venenos, para ser la vianda que son ahora. Los poderosos árboles de antaño, van siendo renovados por escuchirriados e incendiarios arbolitos para la industria que tiene la obligación de hacer cash. Los indómitos ríos que arrastraban las tierras y los limos para depositarlo a los largo de amplísimos estuarios, son domados, encajonados y usadas sus aguas donde convenga, para aplacar los calores de las centrales, llenar las piscinas de los complejos urbanísticos o solo para lavar millones de coches, y de los lodos, pues que los usen las constructoras para nuevos pantanos, carreteras o complejos urbanísticos. Los cielos donde brillan las estrellas, serán apagados para siempre, la tele inundará tu imaginación que ya no precisará volar más allá de la Tierra hacia un mundo de Titanes. Los gigantes del mar, poderosos atunes, rápidos y veloces que surcaban los mares en manadas salvajes ya son solo cosa del pasado, las cuotas pesqueras acabaron reduciendo sus viajes a las jaulas atlánticas o a las mediterráneas. Las ballenas ya desaparecieron conforme los obesos y malditos humanos fueron acabando con las mareas de placton y crill, con las que sanar de sus vomitivas ingestas de las grasas de los animales de sus bastardas granjas de la explotación y de la muerte.

El entorno, poco a poco se fue volviendo primero negro donde antes era verde, como consecuencia de miles de incendios propagados por los efectos del cambio climático e iniciados por codiciosos y tarados a partes iguales. Con las subsiguientes lluvias las cenizas arrasaban de continuo posidonias y biosistemas en ríos, mares, lagunas y acuíferos. Ante la escasez más insensatez, las desaladoras cambiaron el paisaje y llenaron de salitre los últimos rincones compensados del mar profundo. Lo negro se hizo gris y del gris se pasó al amarillo, de la tierra que se tuesta en exceso por el sol inclemente. Pero el hombre hizo enormes complejos de piedra y cemento donde esconderse durante el día y seguir gastando los últimos recursos por las noches. Solo que de pronto hasta las noches empezaron a cambiar, unas helaba hasta los huesos, las otras el sofoco era total. A menudo llovían pedruscos como puños y cada amanecer había recogida de cadáveres, si tardaban mucho los servicios fúnebres las moscas carroñeras, junto a ratas y miles de perros abandonados arrancaban cachos mugrientos de las carnes pestilentes.

Con el tiempo, cuando los huracanes pararon porque ya no había desuniformidad climática, cuando la lluvia ya no se producía porque el suelo estaba siempre seco y el agua era barro putrefacto. Un paisaje uniforme y marrón cabroncete cubría la faz de la Tierra, por algún hueco de la atmósfera se había ido escapando la misma, habíamos roto el velo de Dios, el escudo contra los rayos gamma y los vientos solares. Ahora el mundo ya era plano, solo que ahora ya no era el mundo sino el antimundo.


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