domingo, 27 de enero de 2019

El Arca de Gaia. Parte quinta.



Estamos solos.

El comisionado del Pueblo ante la Cámara de Diputados comienza su discurso con la venia del Presidente del Congreso. Señor Presidente, Señorías, Señores y Señoras invitados, hoy estoy ante ustedes para defender la propuesta no de ley por la que se insta al Gobierno de la Federación de Repúblicas a que informe a las poblaciones civiles de fuera de nuestras fronteras sobre las amenazas sobre sus poblaciones de ejércitos de los considerados por nosotros como terroristas, para que puedan poner a salvo sus vidas y sus bienes.

Tengo ante mí diferentes alegaciones en contra de dicha ley que ha sido admitida a trámite por la solicitud de quinientos mil ciudadanos, según las cuales no debemos interferir en los acontecimientos que se desarrollan al otro lado a menos que nos atañan directamente, supongan una amenaza presente o futura, sirvan para ejecutar un rescate de personas de interés, fauna o flora, o cualquier otra cuestión de interés para la Federación. Y todas esas consideraciones son bastante acertadas, pero no es menos acertado el que esta Cámara y a instancias de la misma el Gobierno de la Federación sea obsequioso con el clamor de sus ciudadanos y tenga la generosidad de atender sus demandas. Demandas por otro lado que aún sin tener un efecto visible y directo sobre las vidas de los españoles y de las personas que hemos acogido generosamente dentro de nuestras fronteras, si que van a tener un efecto negativo en nuestro devenir vital, ya que si damos por amortizadas las vidas de los inocentes que van a ser masacrados por las hordas asesinas que aterran los continentes del mundo sin mover siquiera un dedo, no digo ya que desencadenemos un holocausto sobre sus huestes criminales que de querer podríamos desencadenarlo, pero al menos deberíamos mover nuestra tecnología para alertar a esas poblaciones a las cuales sabemos o saben nuestros servicios de inteligencia que se dirigen los ejércitos de androídes y de sicarios de las corporaciones que aún luchan por dominar la Tierra, con la única intención de asesinar y destruir los restos de humanidad que se hacinan en esas poblaciones.

Un silencio seguido de un murmullo sordo envuelve el hemiciclo, suena un tímido aplauso, le acompaña otro un poco más vehemente y de pronto un atronador coro de aplausos y de voces que se alzan y piden a gritos que se intervenga, se exige que hayan acciones represoras sobre las fuerzas atacantes a poblaciones civiles. Los diputados en pie golpean sus terminales de votación haciendo un estruendo que hace ponerse en pie al Presidente de la Cámara que a grito pelado y esgrimiendo el mazo de su autoridad exige compostura a sus Señorías.

Restablecido el orden, el Presidente se dirige a los presentes. Señor Comisionado del Pueblo, señores y señoras diputados, la presidencia de esta Cámara acata la petición popular y suma la exigencia cameral incrustando a la Propuesta no de ley la petición a gritos de sus Señorías para que sean atacadas con todos los medios al alcance de nuestras fuerzas armadas los ejércitos irregulares que amenacen a las poblaciones civiles en toda la faz de la Tierra. Con el fin, más allá de asegurar la pervivencia de la estirpe humana, de que las hordas criminales tengan la convicción de que este pueblo de mujeres y de hombres orgullosos y valientes no van a dejar que sean sacrificadas las vidas de civiles inocentes sin mover un dedo. Y ahora Señorías se inicia la votación.

Ni qué decir que la propuesta alcanza la máxima aceptación de sus Señorías que la aprueban sin un solo voto en contra. Y a partir de este momento el 14 de febrero de 2048, día de San Valentín, los ejércitos españoles son autorizados a lanzar ataques de castigo contra los ejércitos irregulares o regulares que amenacen la seguridad de las poblaciones civiles. Ataques que serán precedidos por la infestación vírica de los sistemas de navegación informáticos de los andróides y su armamento, procediendo primero a ordenar su autoconfrontación, para a continuación iniciar un ataque con armamento de ondas de choque y explosiones sónicas que aunque destructivos no dejan resíduos contaminantes en el campo de batalla.

El mundo en llamas.

Marzo de 2048, en China el día uno el Presidente de la Corporación Empresarial de Asia, emporio industrial que agrupa al noventa por ciento de las empresas industriales de China y cerca del 50 por ciento de las del resto de Asia, comunica a través del canal informativo de televisión Asia News el inicio de la reestructuración de los recursos humanos de la corporación, lo que va a significar la conclusión de los contratos de empleo de más de cien millones de trabajadores que serán sustituidos por un ejército de androídes, sin derechos laborales, sin sueldo, sin vacaciones y lo más importante, sin sindicatos que los represente.

Treinta y cinco días después en Rusia, un comunicado similar a cargo de otro gigante de la industria, mandará al paro a la mitad de los trabajadores rusos, cerca de cincuenta millones de obreros. Tanto el Gobierno de la Nueva China como el de la Unión de Estados Rusos, dejan discurrir los acontecimientos con la vana esperanza de que las aguas vuelvan a su cauce. Pero eso no ocurrirá y en pleno agosto comienzan las revueltas más sangrientas, después de que una manifestación de antiguos empleados de la cadena de comida rápida Shangai Burguer sea reprimida por unidades drom, dejando sobre las calles de Pekín más de veinte mil cadáveres.

La noticia de los asesinatos recorren las redes sociales y el pueblo chino se moviliza con una violencia inusitada. Desde los servicios secretos españoles y forzados por el cumplimiento de la ley de asistencia militar a las poblaciones civiles, se hace llegar a los activistas chinos un software vírico con el que se induce al suicidio a las máquinas y robots de guerra chinos, sólo han de infestarlos por el medio que tengan disponible bluetooht, internet o transferencia nodular. En pocas semanas el caos toma el poder en las calles de la gran mayoría de ciudades donde aún no habían estallado motines por la avaricia de las corporaciones y la estulticia de los gobernantes.

Rusia acompañará como una sombra los acontecimientos chinos, la sangre de los ricos y los gobernantes se verá derramada y mezclada con la de los iracundos ex trabajadores, museos, palacios, dumas, prisiones y fastuosos edificios de corporaciones arden en llamas. Los tribunales revolucionarios ordenan ejecuciones sin parar, hay días que el río Moscova baja rojo por la cantidad de ejecuciones a sus orillas. Los cadáveres no se entierran son arrojados a las aguas que ahora llegan a la capital rusa templadas, para subir su temperatura de tanto fusilamiento, algunos días más de cinco mil.

Entre tanto a la orilla del Tíber otro río histórico, en la ciudad de Roma, Jesús el Nazareno habla a una multitud que le escucha, sus palabras son una oración, una súplica al Sumo Creador para que se apiade de las almas que llegan a su reíno de los cielos. Su oración se vuelve rota mientras las lágrimas se derraman por sus mejillas. Cae en éxtasis y hunde sus rodillas en la tierra frente al agua que discurre como siempre, como desde el principio de los tiempos. Un murmullo recorre a las gentes que también han puestos sus rodillas al suelo. De pronto, al cielo que estaba cubierto se le abre una brecha entre las prietas nubes y un rayo de sol atraviesa el cielo y envuelve la figura del hombre que se dice Hijo del Padre, sigue vistiendo las mismas ropas con las que bajó del Monte de los Olivos hace ya quince años y siguen nuevas e inmaculadas. Igual que se abrió el cielo, se vuelve a cerrar, las nubes se oscurecen y un coro de rayos con sus truenos se adueña del prado frente al río. La lluvia comienza y un frío viento azota a los presentes que empiezan a huir en desbandada cuando el agua arrecia y se acompaña de pedrisco que hiere a los que no corren a refugiarse.

Jesús no se inmuta y su cara solo se moja por las lágrimas que aún derrama. Uno de sus adeptos, que antes era llamado Su Santidad, el tal Judas le coge su brazo para que se levante; lo hace y le mira a los ojos. Mi amigo, mi amado. Si Señor, dime. El tiempo se ha cumplido, los jinetes del apocalipsis ya están en los aíres, ya vienen a sembrar la muerte por doquier. Ahora ya no es nuestro tiempo, ahora es el tiempo de la rendición de cuentas. Pero ¿todo se acabará, Señor?. Todo no, mi Padre en su infinita sabiduría ha dispuesto salvar de nuevo a la Humanidad, y ya hace tiempo mandó a un hombre sabio, confió en él la costrucción de un Arca, un Arca para una renovada Alianza, como ves mi amigo, mi amado Dios no perdió toda la esperanza en esta humana especie que tanto ama.

Los días previos.

El uno de enero del año 2056 no va a ser un día para celebraciones ni tan siquiera para querer recordar en la Historia de la Humanidad. Ese día en una vetusta pero amplia casa, en la ciudad de Chicago, a orillas del lago Míchigan se reunen los jefes de una veintena de grupos armados de terrorista según el Gobierno USA y de patriotas según los allí reunidos. La carnicería que se comete allí por las unidades de androides aniquiladores será conocida en todo el país casi de inmediato y referida como la masacre de año nuevo. Las represalias de todos los grupos de terroristas o de patriotas no se hacen esperar y el país otrora el más poderoso del mundo se sume en una guerra sin cuartel. Ante un ataque de los rebeldes se sucede una represalia del gobierno, que a su vez es contestada con un atentado, y así día tras día, semana tras semana, mes tras mes. Hasta que el POTUS Trump golpeando estrepitósamente sobre su mesa en la sala subterránea encima de las ruínas del antigio despacho oval, ordena se desencadene la represalia final, pide sean borrado del mapa cincuenta y nueve ciudades en las que de una u otra forma gobiernan los rebeldes.

Cuando las comunicaciones de la inteligencia y el ejército estadounidense son interceptadas por los espías españoles, es alertado de inmediato el Gobierno y se activa la célula de crisis nuclear. Las decisiones que se adoptan ya están enumeradas en el protocolo de defensa activa. La primera es la activación de la cúpula de plasma, que recibe su nombre de la apariencia que adquiere, aunque su invención se atribuye a un equipo multidisciplinar de investigadores, se dice que es una aportación de inteligencias extraterrestres. En cualquier caso la máquina que acciona la cúpula de plasma se haya en un satélite secreto, indetectable e invisible en situación geoestacionaria sobre la península ibérica. La cúpula cubre toda la península y las aguas cercanas mide 1200 kilómetros de diametro alcanzando las costas del norte de África, el sur de Francia y las islas Baleares, y su altura llega a la estratósfera.

Una vez activada la cúpula que desviará cualquier misil descontrolado que intente atravesarla, se inicia el ataque vírico sobre las unidades de combate que amenazan a las poblaciones civiles. Cuando el caos militar se apodera de los ejércitos del gobierno USA, el POTUS ordena un ataque general contra cualquier posible enemigo, lo que incluye a Rusia, China, La Unión de Repúblicas Árabes y a los Estados Unidos de Sudamérica. Y aunque España es mencionada, la contra inteligencia española desactiva las órdenes. Cuando los países enemigos son atacados por los misiles intercontinentales, contraatacan con una ofensiva del mismo calibre. La Gran Dispersadora, la computadora de la Defensa Activa, inicia el ataque masivo de infestación, control y desvío de los misiles balísticos con carga nuclear que una vez han salido de la atmófera son redireccionados hacia el espacio exterior, iniciando un viraje inesperado sin consecuencias para el planeta, las letales armas serán destruídas a suficiente distancia de cualquier sitio.

Pero a pesar de los esfuerzos, la enormidad de las acciones militares desencadenadas provoca numerosas explosiones nucleares en el planeta, lo que iniciará la tragedia humana y de las especies animales y naturales que no han podido entrar en el Arca. Con la calma tras la tormenta explosiva y radiactiva, comienza el invierno nuclear. Las capas altas de la atmófera se ven cubiertas por una nube de polvo con alto contenido radiactivo que caerá sin pausa sobre la Tierra durante al menos dos años, destruyendo todo lo que sobreviva a la oscuridad que ya tiñe el planeta en una noche en la que ya no hay amanecer. La península queda a salvo ya que la cúpula de plasma impide la entrada de las partículas radiactivas que son destruídas al contacto con las paredes plasmáticas.

El día después. Reiniciando el planeta Tierra.

Los avances en las ciencias obtenidos por millones de hombres y mujeres a lo largo de la Historia de la Humanidad, más los producidos por los cerca de dos millones de científicos hispanos y exiliados de medio mundo que ahora trabajan juntos dentro del Arca en que se transformó la península ibérica a lo largo de las últimas décadas de este infausto siglo, van a redundar en el objetivo de recuperar nuestra casa en el espacio infinito que nos alberga. Pasarán varios decenios pero con el esfuerzo de todos y cada uno de los quinientos millones de habitantes con los que cuenta ahora mismo la piel de toro, y que son los únicos supervivientes del holocausto producto de la estupidez supina y la barbarie de los humanos, se podrá devolver a la Tierra parte de la vida que antes de que se desatara la última locura de los hombres moraba entre nosotros.

Pero las cosas nunca deberán volver a ser lo que han sido. No podemos volver a consentir que los hombres dispongan de armas que amenacen la vida planetaria. El cómo lo vayamos a hacer es un tema peliagudo, pero si los que hemos sobrevivido a la destrucción sin parangón de nuestro entorno, de nuestros iguales y de las especies animales y naturales que quedaron expuestas a la sinpiedad de los androídes y la destrucción de las bombas nucleares, podemos reiniciar la vida en el planeta azul y devolver la calidez al aire del mediodía, la frescura a los atardeceres y el sano frío a las noches invernales; conseguir que los ríos vuelvan a ser poblados por los peces, los aires por las aves, y en las llanuras corran los antílopes y ruja el león, entonces de seguro que algo podremos idear para que nunca más un hombre vuelva a matar a su semejante, a explotar a su vecino o a esclavizar a sus iguales. Y que nunca jamás un ejército se levante contra otro y con sus armas de aniquilación pongan en jaque la casa de todos los seres que pueblan esta maravillosa nave espacial llamada Gaia.

Fin.

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