domingo, 20 de enero de 2019

Escrito el 27 de junio de 2016 (recuerdo del Facebook).


Para poder analizar los nefastos hechos (elecciones generales del 26 de junio del 2016) recientes para las aspiraciones de la izquierda española hay que volver la vista a la Historia de nuestro pais, en concreto a la vida de Fernando VII de España, llamado el Deseado o el rey Felón, deseado porque había sido apresado por el general homicida e invasor Napoleón Bonaparte el sanguinario, y felón porque no tardó en masacrar al pueblo que pocos años antes se había alzado contra la invasión y su destronamiento, pueblo que le aclamó a su vuelta del exilio.

Entre 1814 y 1820 restauró el absolutismo, derogando la Constitución de Cádiz y persiguiendo a los liberales. Tras seis años de guerra, el país y la Hacienda estaban devastados, y los sucesivos gobiernos fernandinos no lograron restablecer la situación.
En 1820 un pronunciamiento militar dio inicio al llamado trienio liberal, durante el cual se restablecieron la Constitución y los decretos de Cádiz, produciéndose una nueva desamortización. A medida que los liberales moderados eran desplazados por los exaltados, el rey, que aparentaba acatar el régimen constitucional, conspiraba para restablecer el absolutismo, lo que se logró tras la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823 (datos de la Wikipedia).

Aquí el pueblo se equivocó gravemente, y pagó su error con la sangre de decenas de miles de inocentes, de la inmolación de sus mejores hombres y mujeres que fueron pasados por las armas afrancesadas y absolutistas. La nación hubo de sufrir una década ominosa (abominable o despreciable); hoy nos tocará vivir o sufrir un nuevo cuatrienio, que con el anterior ya se acerca a la década, cuando menos despreciable y aborrecible, dirigido por políticos corruptos que solo representan a la oligarquía y al poder financiero, cuando se supone que deberían representar al pueblo que mal o bien los han elegido libremente.

En lo que a mí concierne siento una gran decepción y un sentimiento de profunda consternación, si pudiera me exiliaría, ya casi no me queda nada que comparta con mis supuestos conciudadanos, desprecio profundamente los circos imperiales actuales emitidos día y noche a través de las teles basura, aborrezco de la pasión por la Roja, el Madrid o el Barça, no creo en Dios ni en la madre que lo parió, aunque nunca quemaría iglesias sobre todo por que son un patrimonio de los españoles aunque las explote una multinacional del cuento y del más allá con sede en El Vaticano (un país extranjero), estoy absolutamente en contra de los toros y el asesinato de las reses bravas ante el jolgorio y los aplausos de la canalla.

Hace poco decidí tomar cartas en el asunto de la política al nivel local, y lo hice ante el llamado de mi amiga (ahora) Pilar (no importa su apellido ella lo sabe bien) para relanzar Podemos en San Fulgencio, que en estas elecciones hemos quedado segundos en la urbanización Marina del citado municipio, detrás del PP y por delante de PSOE y C's, y en la localidad hemos quedado terceros a escasos votos del PSOE, con una participación baja que denota el nulo interés de una población cuando menos inmadura a la que le importa un bledo su futuro.

En cualquier caso creo que queda demostrado que vivimos en una nación de derechas, cuasi fascista como es palpable en las últimas tres convocatorias electorales en las que la primera fuerza es de corte derechista, y con una rémora de partidos de derechas que conforman una mayoría aplastante de votantes que prefieren los dictados del IBEX, de las organizaciones empresariales y de los neocom, obviando la solidaridad de los pueblos, la igualdad de las personas y las políticas de carácter público y universales.

Yo a este juego no voy a seguir jugando, me retiro a mi cueva a esconder mis bazas y a barrer para dentro. A partir de hoy me declaro insolidario tal y como la mayoría irresponsable de esta nación mía que seguirá desangrándose y perdiendo como con el rey Felón a sus mejores hijos e hijas. Mis lágrimas ya pugnan por inundar mis ojos pero es tanta la rabia que inunda mi mente que puede que ya no vuelva a llorar para los restos de mi vida.

Me retiro de toda actividad política aunque me reservo mi derecho a volver el día en que este pueblo despierte de su larga siesta.
El monte y las sierras serranas seguirán aquí a lo largo y ancho de esta piel de toro que espero algún día se levante con millones de puños en alto.
Ese día, sin duda, ondearán al viento las banderas con rojas estrellas, con hoces, con martillos; y serán los hijos de los pobres, de los obreros, de los campesinos, de los mineros, de los parados, de las madres anegadas de esta gran patria los que las porten con el pecho desnudo al viento, contra las injusticias, contra la rancia derecha, por nuestra España que tanto me duele.

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