martes, 29 de enero de 2019

Bisfenol A y sus amiguitos.



Ya he escrito sobre la industria criminal de la carne, la cual mata tres veces, la primera a los animales que le sirven para su explotación, la segunda al consumidor con su degustación y la tercera al planeta con su abuso sobre la flora y la fauna. Ahora le toca a la industria química que a día de hoy interviene en todos los procesos industriales y, por supuesto, es una auténtica canalla que destruye todo lo que infesta y lo infesta todo.

Y dentro de la industria química hemos idealizado a uno de sus mayores asesinos en serie, un auténtico caballo de Atila ya que donde pone sus pezuñas ya no crece la vida, se trata del plástico y sus variedades, entre los que se encuentran el bisfenol A y el ABS.

El bisfenol A es un disruptor endocrino. Es capaz de causar desequilibrios en el sistema hormonal a concentraciones muy bajas con posibles repercusiones sobre la salud. Sus efectos tóxicos se deben al consumo de alimentos que han sido contaminados por contacto con materiales que contienen esta sustancia, tales como envases, latas o recipientes de muy diversa clase. La amplia distribución de productos con bisfenol A, especialmente en los países desarrollados, provoca una exposición continua de la población, afectando a todas las edades (desde fetos a ancianos). La presencia continua de este disruptor en el organismo se ha relacionado con un mayor riesgo de padecer diversos trastornos orgánicos.
El ABS (acrilonitrilo butadieno estireno) es un plástico duro empleado en tuberías, defensas de automóviles y juguetes. Su producción emplea butadieno y estireno además de acrilonitrilo, un producto altamente tóxico. Dada su complejísima composición química, el ABS es extremadamente difícil de reciclar. Los discos compactos y garrafones de agua de 19 litros normalmente están hechos de policarbonato (PC).
(Fuente la Wikipedia en https://es.m.wikipedia.org/wiki/Bisfenol_A)

Una de las pruebas más apabullantes de lo poco evolucionados a nivel de inteligencia que está hoy por hoy la Humanidad es precisamente la existencia y el éxito de industrias como la del plástico, que al igual que la de la carne, parece querer destruir al planeta y a todo lo que en él habita. Esta industria criminal donde las haya envenena en el momento de la producción quemando sus desechos tóxicos y esparciéndolos vía aerea desde altas chimeneas, o los arroja directamente al medioambiente en ríos o mares mediante emisores acuáticos que emponzoñan las aguas en las que viven los peces de los que todos nos alimentamos o que usamos para beber, regar los campos o bañarnos. Esta industria asesina también nos envenena en el momento en que usamos sus productos que contaminan nuestros alimentos por el contacto con los letales agentes químicos usados en la producción de envases y millones de productos; los cuales mantienen secreta la fórmula con que cocinan el acabado final, dejándose por parte de las administraciones al buen uso de las fórmulas magistrales a los fabricantes que para preservar sus intereses pueden, y de hecho a sí lo hacen, no divulgar los componentes químicos y las cantidades usadas; lo que además de poner en peligro la salud de los consumidores y del medioambiente hace que su reciclaje sea inefectivo cuando no imposible. Pero esta industria criminal sigue envenenando y lo seguirá haciendo durante miles de años después de que la vida humana se autoextinga. Sus cientos de miles de millones de toneladas de plásticos y químicos asociados vertidos durante los últimos lustros al medioambiente seguirán matando durante milenios, y harán que muten las especies sobrevivientes; todos estos vertidos irán creando un caldo tóxico que puede que en un lejano futuro alguna civilización extraterrestre, ésta sí civilizada, convenga estudiar los porqués de esos ríos rojos, mares de sargazos verdinegros y nubes amarillas y radiactivas que envuelven el raro planeta solar en donde entre una inmensa maleza grisácea aullan monstruosos monos peludos, aullan los últimos seres ya inhumanos.

Yo, aunque dudo de que sobrevivamos ante tal cantidad de estúpidos, he empezado a poner mi grano de arena para parar esta debacle y desde hace poco estoy retirando de mi uso, en lo que puedo, el plástico y bajando el consumo de carne. Puede que sea poco, pero es más que nada, de eso estoy seguro.

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