martes, 22 de enero de 2019

Las últimas balas. Bípedos estúpidos e ignorantes.



En el caso de que la humanidad sobreviva a la Era de la Estupidez, y así hayan pasado diez mil o más años; en una época de maravillas y avances difíciles de imaginar a día de hoy, los sabios se preguntarán cómo unos bípedos cuasi simios recién bajados de los árboles pudieron hacer volar máquinas, erradicar o controlar la mayor parte de las enfermedades mortales, viajar fuera del planeta y resolver, entre otras cosas fabulosas, teoremas matemáticos o formular complejos algoritmos predecesores del desarrollo científico que en esos tiempos lejanos vivirá la humanidad, y no percatarse siquiera de que algunos de los más preciados tesoros, casi exclusivos del resto del universo, no como el oro o los diamantes que son abundantísimos en trillones de esferas planetoídes, planetas, asteroídes y otros cuerpos celestes, era un bien abundante pero escaso e irreemplazable.

En esa humanidad futura nadie llegará a entender el porqué los hombres actuales se dedicaron a despilfarrar uno de los productos más escasos del universo, un producto que solo se forma en planetas con actividad geológica y biológica, un producto que precisa de la acumulación de ingentes cantidades de seres bioloógicos animales o vegetales, que tales seres sean enterrados en conjunto y en condiciones idóneas, que sean sus cuerpos procesados por la acción de diversos compuestos minerales y por la acción de la presión geológica y el paso de millones de años. Convirtiendo tales circunstancias en una conjunción de mecanismos imposibles de conseguir con tecnología alguna. Y el hombre de nuestro tiempo no solo se dedicó a destruir tamaño y exclusivo tesoro, sino que de paso lo hizo de la forma más atroz tanto para la biodiversidad existente como para el propio ser humano, contaminará las aguas de la vida y los aires que respira, envenenará los hábitas y destruirá las tierras y los fondos marinos donde se esconde el oro negro. El hombre iniciará guerras movidas por la codicia para apropiarse de las fuentes de tal tesoro, luego dirá hacerlo para preservar ficticias democracias y los nunca defendidos derechos humanos.

En ese futuro si es que llega, muchos procesos bioquímicos y variados procedimientos científicos que escapan a mi fértil imaginación solo serán posibles con la concurrencia de hidrocarburos y carbones fósiles. La humanidad de entonces habrá de iniciar largos viajes interestelares para extraer porciones del oro líquido, que aquí usamos durante siglos para nuestra propia destrucción, en lejanos planetas de nuestra galaxia. Y de nuevo la humanidad pagará un alto precio en vidas y recursos para disponer del producto de la putrefacción de millardos de seres ocurrida durante millones de años en las profundidades de los planetas con vida y acción geológica.

7 de enero de 2018.

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