martes, 22 de enero de 2019

Las últimas balas. Inconsciencia.



Para el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su segunda acepción la insconciencia es el estado o situación de la persona que ha perdido la consciencia o facultad de reconocer la realidad. Y es precisamente en relación a esta acepción que me atrevo a decir que el conjunto de los semejantes que conformamos la mal llamada humanidad y que bien podríamos definir como manada de orates o de bípedos tarados. Y aunque parezca lo contrario no pretendo insultar a nadie, incluyéndome yo mismo, solo trato de enfocar la idea que trato de exponer, ésta es básicamente que aunque muchos se lo crean, lo cierto es que no hemos evolucionado en cuanto a nuestra estructura física o corporal en un amplio sentido de tal evolución, aunque si lo hayamos hecho con respecto a nuestros objetos y actividades. Por ejemplo podemos volar aunque para ello precisamos de unos aparatos enormes, muy pesado, ruidosos y contaminantes. Lo mismo pasa con nuestras habilidades para imitar a los peces o superar a las gacelas. Yo no estoy pensando en que nuestra evolución debería habernos llevado a tener alas, aletas y branquias o gráciles piernas, para nada, más bien al contrario, ya que disponemos de esas aberrantes y atronadoras máquinas deberíamos haber perdido aptitudes físicas, claro que para eso tendrían que pasar cientos de miles de años que es lo que se precisa para que hayan cambios físicos; ahora lo único que tenemos es colesterol y millones de obesos gracias a no dar ni golpe.

Pero nuestros problemas con la evolución no paran ahí, nuestros objetivos como sociedad están equivocados y nuestros dirigentes no parecen saber el camino que debemos seguir. Un ejemplo es lo que está ocurriendo con respecto a nuestra inteligencia y de qué forma se la está reprimiendo mediante ataques desde todos los frentes. En este orden de cosas he de destacar la eliminación a nivel mundial de los estudios de asignaturas como la filosofía, la historia y las humanidades, teniendo además los licenciados en dichas materias pocas posibilidades de avanzar y desarrollar sus carreras con buenos puestos de trabajo. En cuanto a las masas parece existir un complejo y organizado complot cuyo objetivo es  idiotizar a la población; ésto se hace con spots publicitarios que bombardean continuamente a las gentes para que sean felices comprando porque se lo merecen, deben seguir modas a cual más estúpida y estar al día en lo último, mientras fabrican multimillonarios y esquilman los recursos del planeta en un desaforado y compulsivo mercado de necesidades ficticias. Se promociona el juego, la pornografía y el egoísmo hasta límites insospechados, el tú te lo mereces, el siéntete guapa y el disfruta como si no hubiera un mañana son los eslóganes de este desquiciado mundo al borde del abismo. Las formas de la estulticia galopante a la que las élites gobernantes están llevando a esta banda de orates que arrasa brutalmente este oasis intergaláctico que llamamos Tierra son innumerables, lo que contrasta absurdamente con la continuada inversión en la llamada IA o inteligencia artificial, incluso científicos apasionados de tal cuestión como Stephen Hawking ya han advertido que la citada inteligencia puede llegar a decidir un día que no precisa al hombre y decida eliminarlo en base al peligro que representa para la biodiversidad. El problema de nuestra inteligencia y su soporte, el cerebro, no es el mismo que con las máquinas que vuelan, navegan o circulan, ya que jamás podríamos haber evolucionado a su velocidad para competir con ellas con nuestros atributos físicos; sin embargo en cuanto a la evolución del cerebro podríamos decir que casi todo el trabajo físico ya está hecho, puesto que disponemos de una complejisima masa cerebral que está infra utilizada pero que con el uso y abuso de las ciencias y nuevos conceptos de estudio podríamos haberla desarrollado enormemente , pero gracias a los cernícalos que nos gobiernan y explotan como ganado va a quedar hecha unos zorros.

Y a tenor de lo descrito, ¿puede alguien decirme que no somos una manada de orates o de bípedos tarados?, ¿estamos seguros de que hemos evolucionado debidamente o acaso no es más cierto que lo que ocurre es que estamos yendo marcha atrás y sin frenos?.

25 de noviembre de 2017

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