domingo, 6 de marzo de 2022

¿Qué dirían?

 




Hay muchos que no apoyan el envío de armas a Ucrania y mucho menos la entrada militar en el conflicto. Yo les pregunto que qué dirían si entre los que huyen de las bombas, si entre los cada vez más numerosos muertos, si entre los que han visto arder, destruir o entre escombros su casa, sus pertenencias, su vida, si entre los que han dejado sus empleos y se han visto obligados a coger un fusil y marchar al frente poniendo sus vidas en pausa, si entre los ancianos que no tienen fuerzas para bajar de sus pisos a toda prisa para esconderse en el refugio más próximo, si entre los millones de menores que viven entre el terror y la locura de los asesinos, si entre los jóvenes que no llegarán a ser adultos plenos porque van a morir bajo fuego invasor, si entre los que no comerán un solo bocado y no beberán un solo trago ni hoy ni mañana ni tal vez pasado mañana estuviera un familiar (madre, hijo, hernano) un amigo, un conocido, el amor de tu vida. ¿Qué dirían?

sábado, 5 de marzo de 2022

Parar a Putin




 Hay que enfrentar al matón de Europa. Putin juega a un juego de guerra muy peligroso y en un momento delicado,  un momento donde el mundo sigue luchando contra la penúltima pandemia,  un momento en que el planeta, las naciones empezaban a recuperarse de un mayúsculo desastre económico, social y de salud, un momento que elige contra todo pronóstico para producir una nueva debacle, un desastre de proporciones planetarias,  bajo la amenaza de un holocausto nuclear.

Que sea, que sea el fin del mundo que no será aunque así lo pretenda este sanguinario dictador. Plantemos cara las naciones de Europa a este vil sátrapa, que no nos amedrenten sus diabólicas amenazas, no osará el pérfido oso ruso a pulsar con sus ensangrentadas garras el botón nuclear, porque su alto mando se lo impediría, a fuer de que tal acto significaría también la destrucción de Rusia y de la civilización. 

Lo bueno de esto sería que la vida animal florecería en La Tierra una vez desaparezcamos o reduzcamos nuestra presencia aquí en El Planeta Azul.

viernes, 4 de marzo de 2022

El principio de legitimidad democrática

 



El principio de legitimidad democrática en las manifestaciones, espontáneas o no, de los ciudadanos fuera de los cauces habituales como las elecciones, puede ser estimado a través del llamado por mí: cálculo de presión legítima dentro el paradigma democrático, que básicamente es una forma bastante retorcida de explicar algo completamente legítimo.

Si pudieramos volver unos decenios atrás con una máquina de esas del tiempo, y nos situásemos en los inicios de la ascensión al poder del partido nazi en Alemania; eso sí, pensando que los jodidos y criticones "yo lo sé todo y soy mejor que tu" de los alemanes, se hubieran opuesto fuertemente a la basura mental del mierda de Hitler, incluso tomando plazas y levantándose en armas contra sus criminales compatriotas, puede que Europa no fuese la que es, y desde luego no habría tenido que pasar por tan terrible esperiencia.

A lo que voy es que en determinadas circunstancias el pueblo tiene legitimidad para levantarse en contra del poder establecido, incluso aunque éste lo haya sido por libre elección democrática.

Cuando el poder se traviste y cambia de demócrata a tirano, es solo un remedo de la libertad que deviene en opresión; en ese momento, el pueblo como soberano, sin más trabas ni obstáculos, puede enfrentarse al gobierno de turno, y lo puede hacer con plena autorización democrática, aún sin pasar por urnas que valgan.

Y ahora vayamos al cálculo de presión legítima en el paradigma democrático. Este cálculo se efectúa para verificar si la presión, más allá de los límites o de los cauces legales establecidos en cada pais, puede ser considerada como democracia funcional o simplemente tacharlo de algarada o de revuelta popular.

Para hacer este cálculo no nos van a hacer falta grandes eruditos ni expertos en complejos procesos de cálculo, solo se van a precisar dos elementos que cada humano tenemos en nuestras caras. Efectívamente: los dos ojos.

Con nuestros propios ojos podremos ver si el personal que se encuentra en estado soliviantado tiene o no legitimidad democrática para efectuar la presión que pretende. Si las gentes aguanta un tiempo considerable bajo inclemencias, cargas, multas, acoso mediático, descalificaciones varias, en fin, si el pueblo aguanta lo que se le viene encima, y nadie o muy pocos desisten de sus reclamaciones, entonces tenemos presión legítima dentro del paradigama democrático, y lo demás son cosas de dictadores venidos a más.