lunes, 28 de enero de 2019

La economía al servicio de su majestad.



Tal y como lo acabo de titular, este apartado se refiere expresamente a la economía futura, porque del futuro escribo, y de la servidumbre de ésta a su serenísima majestad, como titulo y ahora amplío.

Muchas veces hemos oído decir o leído que el pueblo que no aprende de su historia acaba repitiéndola, y con los ricos pasa exactamente lo mismo, no se paran a recordar episodios bastante reciente como la Era o Época del Terror en Francia.

Según algunos historiadores, el Terror estaba «caracterizado por la brutal represión por parte de los revolucionarios mediante el recurso al terrorismo de Estado», mientras que, para otros, el Terror aparece como un arma de doble filo, que al mismo tiempo segó la vida de muchos inocentes, pero también acabó con numerosos complots de especuladores y reaccionarios en París y otras partes de Francia, con lo que, para algunos, el Terror se habría justificado en parte (datos de la wikipedia).

Y tal y como muchos historiadores dicen, el terror revolucionario se inició por el abuso inhumano de las clases nobles, los degenerados y podridos ricos, que se creían por encima del bien y del mal, justo tal y como vuelve a pasar hoy en día (septiembre del 2016), claramente favorecidos por el poder real en aquellos momentos y por el poder político en la actualidad; espero que en el futuro esto se haya superado con o sin gracias a mi modesta aportación.

La cuestión fundamental a donde quiero ir a parar es que el dinero, proceda de donde proceda, es propiedad esclusiva de la majestad que gobierne la sociedad de la que se hable. Jamás es propiedad de aquél que lo disponga, el cual solo es el tenedor y usufructario siempre y cuando se atenga a observar las leyes
que a tales efectos u otros disponga la autoridad o majestad, como por ejemplo el pago de impuestos y la abstención del robo, la estafa o el asesinato. La inoservancia de tales leyes conlleva la perdida de los capitales, propiedades y normalmente de la libertad.

Hace tiempo el dinero que podía emitir un Estado era proporcional a las reservas de oro de que disponía, y así...

Históricamente, la vigencia del patrón oro imperó durante el siglo XIX como base del sistema financiero internacional. Terminó a raíz de la Primera Guerra Mundial, puesto que los gobiernos beligerantes necesitaron imprimir mucho dinero fiduciario para financiar el esfuerzo bélico sin tener la capacidad de
respaldar ese dinero en metal precioso.
Durante los Acuerdos de Bretton Woods, se decidió adoptar el dólar estadounidense como divisa internacional, bajo la condición de que la Reserva Federal (el banco central de ese país) sostuviera el patrón oro. Pero a partir de 1971, el mismo se quiebra definitivamente, por lo que el valor del dólar pasa a
sostenerse exclusivamente en la confianza que le dan sus poseedores (datos de la wikipedia).

El dinero llamado fiduciario es el que se basa en la fe o confianza de la comunidad, es decir, que no se respalda por metales preciosos ni nada que no sea una promesa de pago por parte de la entidad emisora. Es el modelo monetario que manejamos actualmente en el mundo, y es el del dólar estadounidense, el euro y todas las otras monedas de reserva. Esta tendencia, originaria del siglo XI en China, y responsable de la expansión de las dinastías Yuan y Ming, comenzó contemporáneamente con el Nixon Shock de 1971, que terminó con el sistema de respaldo en metales preciosos del dólar estadounidense, iniciándose también con ello la fluctuación de las divisas, que basan su valor en relación al valor de las demás, y con ello el altamente voluble y lucrativo mercado de divisas, que mueve alrededor de 3 billones de dólares al día.
Las monedas y billetes fiduciarios no basan su valor en la existencia de una contrapartida en oro, plata o cualquier otro metal noble o valores, ni en su valor intrínseco, sino simplemente en su declaración como dinero por el Estado y también en el crédito y la confianza (la fe en su futura aceptación) que inspira. Sin esta declaración, la moneda no tendría ningún valor: el dinero fiduciario sería entonces tan poco valioso como el pedazo de papel en el que está impreso.
Un billete actual es una clara representación de dinero fiduciario, por cuanto objetivamente considerado carece de valor. Su valoración viene dada por la autoridad monetaria que lo emitió, que goza de confianza entre los sujetos que la aceptan (datos de la wikipedia).

... nos vemos con extraños procesos económicos generados por la llamada ingeniería financiera, pero aunque el nombre suene a métodos científicos son más bien procesos donde la única ciencia empleada es la de los filibusteros (piratas costeros) que sin grandes riesgo, ya que no suelen exponer ni su propio dinero, obtienen grandes beneficios, de hecho hoy en día sus mayores exponentes conocidos como tiburones lideran la mayor industria mundial, que como ya dije en el anterior capítulo han cambiado la industria de creación de bienes por la de creación de productos financieros. Y son tan poderosos que consiguen doblegar a gobiernos y agrupaciones de naciones que tratan de cambiar las reglas del juego.

Y sin embargo estas reglas actuales han de ser cambiadas para el futuro, para que la humanidad avance y no se autoinmole, porque hay que recordar que estos tiburones de las finanzas, aunque lideren el mundo, no son unos lumbreras solo unos miserables pedantes que les importa un bledo la biodiversidad, el futuro si no se escribe en un billete de 100 dólares enrrollado para pegarse un tiro de cocaína, o pasar por encima de los lomos de delfines con sus yates de gran potencia y enormes dimensiones.

En el futuro el dinero fiduiciario o no, será propiedad de su Majestad el Gobierno de los Pueblos, y se producirá el que sea necesario para que la economía avance y el mundo se preserve en su biodiversidad y sin contaminar, puede que la industria a su vez cambie y deba empezar a limpiar lo que durante siglos se
ha ensuciado, a reconstruir lo que se ha destruído y a recuperar lo que se ha perdido.

Sin duda el mundo tiene un futuro que sólo, al parecer, algunos podemos atisbar con la claridad con que los locos y los niños pueden soñar. Aunque es más que posible que para ello haya que volver a derramar la sangre de los estúpidos y de los que se creen por encima de la ley y de los demás; así que preparad
a vuestros hijos porque la debacle y el lamentar de las madres está más cerca que nunca jamás.

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