sábado, 26 de enero de 2019

Una bruja y un troll en la trastienda.



Hay demasiada maldad en el ambiente, pero no es cosa de nuestros días lo de esta apestosidad humana ya viene de lejos, de muy lejos, lo llevamos en nuestro ADN y nos afecta a todos. Cada uno de nosotros puede actuar o pensar de forma que a otro moleste o repulse, pero eso, lo primero lo de actuar entra dentro de las libertades públicas sino está considerado el acto como delito, lo segundo lo de pensar es un derecho absoluto de cada cual y que debe mantenerse en el fuero interno personal. Otra cosa es la libertad de expresión del propio pensamiento o del pensamiento de otro que sí que tiene o debe de tener sus límites, pero ese tema queda reservado a los legisladores.

Yo vengo ejerciendo mi derecho a expresar mi pensamiento desde hace más una década en las Redes Sociales, en este espacio me he enconcontrado o topado con auténticas brujas y malvados trolles, gentuza sin más hábito u ocupación que la de desmoralizar y calumniar a diestro y siniestro. A menudo lo único que buscan es el enojo de su objetivo para seguir haciendo daño moral ya que el daño físico queda fuera de su alcance. Estos trolles y esas brujas son por lo general gentuza de baja ralea, carentes de estudios y de aspecto zafio, gente sin sesera ni musculatura, básicamente desechos orgánicos de la peor de las estirpes.

En mis escritos a menudo he valorado los avances de la democracia, de los ciudadanos, de la sociedad y he aportado ideas y opiniones a fin de mejorar o afianzar estos avances. No creo que yo sea poseedor de verdad alguna, siempre he sostenido lo que muchos sabios en cuanto a que solo sé que no sé nada, frase perdida en los tiempos atribuída a Sócrates y a Platón y que acompaña desde entonces las credenciales de los intelectuales verdaderos. Y al ampliar el ámbito de la frase al resto del planeta con un solo sé que nadie sabe nada, o al menos que todos cometemos errores por desconocimiento o vete tú a saber porqué, me lleva directamente a cambiar el objeto de mi discurso, normalmente dirigido a gobiernos y corporaciones para cambiarlo hacia la individualidad de cada cual.

El troll malvado y la bruja despiadada somos cada uno de nosotros, cuando hacemos lo que nos da la gana porque somos los numero uno al menos en nuestra casa, ponemos el moco bajo la silla con total normalidad, arrojamos la colilla encendida o a medio apagar por la ventanilla del coche estemos donde estemos sin atender a las consecuencias y minutos después dejamos caer sobre el asfato la lata de la cerveza que nos acabamos de beber aunque conlleve subir nuestra cantidad de alcohol en sangre y pueda suponer un factor de accidente tanto la lata como nuestra tasa alcohólica. Dejamos de pagar el IVA siempre que podemos aunque ello nos lleve a perder derechos sobre el servicio o el producto, pero mientras se jode el gobierno y la Hacienda Pública también se joderán las inversiones en cultura, salud y derechos sociales.

¿Realmente creemos que todos nuestros males son provocados por el poder político o las empresas multi o nacionales? Yo creo que el brujo y la troll que cada cual llevamos dentro y sacamos para fastidiar, insultar o perjudicar al otro troll o a la otra bruja son los principales actores maléficos que hacen de esta bola azul un infierno para muchos. Para que la Humanidad avance hacia el bien común y el Planeta Azul sobreviva a la codicia humana deberemos evitar sacar de paseo a nuestros trolles y brujas interiores.

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