miércoles, 23 de enero de 2019

El derecho del verdugo.



Ahora toca tratar el tema de la vida y la muerte, cosa que a menudo hacemos con cierta banalidad, sobre todo al que aquí voy a referir y que no es otro que cuando hablamos de quitarle la vida a otro.
Hay muchas circunstancias por las que una persona, ya sea por sus actos o sus omisiones pone fin a la vida de otro; ésto que es un momento irrepetible para quien lo sufre y además sin vuelta atrás, con consecuencias dramáticas incluso para otras personas que, sin sufrir la muerte, dependan de el finado como los hijos o la pareja, padres y cualesquiera otros. Así que sólo teniendo en cuenta lo irreparable del acto y sus consecuencias en la vida de otros, deberíamos de tratar ésto con mucha más mano derecha, e intentar siempre de ser contrarios a tales daños mortales.

Las leyes, sí, las leyes desde siempre, las que nos hemos dado y se han dado, unas con más éxito que otras que apenas si mencionan el tema o simplemente pasan olímpicamente de ello. Leyes como la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de 1789, nacida tras la Revolución Francesa de esa época, en su prólogo informa que: Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, a fin de que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; a fin de que los actos del poder legislativo y del poder ejecutivo, al poder cotejarse a cada instante con la finalidad de toda institución política, sean más respetados y para que las reclamaciones de los ciudadanos, en adelante fundadas en principios simples e
indiscutibles, redunden siempre en beneficio del mantenimiento de la Constitución y de la felicidad de todos.

Los redactores dejaron bien claro cuáles fueron los motivos por los que se levantaron contra el absolutismo y el saqueo organizado por la podrida nobleza, que aquí en la España del siglo XXII sería la podrida clase política más conocida como Casta del PP y del PSOE que tras décadas de gobiernos bajo una
constitución han conseguido que los hijos de los obreros vivan peor que sus padres, y que los jubilados y trabajadores pierdan día a día poder adquisitivo.
Y como decía, los redactores dejaron aviso a futuros depredadores de la ley y lo ajeno. Así mismo indicaron que los que importa es la felicidad de todos y no solo la de las élites y los ricos, todos es todos y si no volveremos a sacar las guillotinas.

La citada declaración en su artículo primero dice que:
Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.

Y no dice nada sobre el derecho a vivir; claro que después de derramar tantísima sangre a nadie le quedaba humor para exigir derechos sobre la vida.

Pero antes de esta declaración, en América estalló otro pueblo y otra guerra y en su propia Declaración de Independencia, algunos padres de la patria de los Estados Unidos de América, reunidos el día 4 de julio de 1776, hicieron solemne ante los demás pueblos de La Tierra lo siguiente:

Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrezca las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad. Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno. La historia del actual Rey de la Gran Bretaña es una historia de repetidos agravios y usurpaciones, encaminados todos directamente hacia el establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos estados. Para probar esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial.

En esta declaración como en la francesa que le precedería, aunque yo la haya puesto antes, informa a todos de los motivos de tanta sangre derramada y de que la cosa se repetirá tantas veces como se den de nuevo las circunstancias de abuso de poder contra el pueblo, vamos lo mismo que nos ocurre ahora con el rey Felipe que pasa de todo menos de las regatas, mientras personas de su propia nación son echadas a patadas de sus casas por culpa de una crisis que han creado los bancos para hacerse más ricos aún. Mientras miles de españoles se suicidan cada año, algunos se jubilan con miles de euros al día, son los que provocaron la crisis. En fin, a lo que iba, aquí si se habla del derecho a la vida, cuestión que en estados Unidos no parece clara, tan poco clara que en su Carta de Derechos de estos mismos Estados Unidos de América, del día 3 de noviembre de 1791, en su artículo quinto dice que:
Nadie estará obligado a responder de un delito castigado con la pena capital o con otra infamante si un gran jurado no lo denuncia o acusa, a excepción de ... El resto de la historia ya la sabemos, en USA hay corredor de la muerte en muchos Estados.

Afortunadamente para muchos políticos corruptos la Constitución Española de 1978 en su artículo 15 dice que:
Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra.

Yo particularmente no comulgo con las leyes militares tanto en tiempos de paz como en los de guerra, que no deberían de existir a menos que sea guerra contra la enfermedad o el fuego entre otros. Se admite guerra defensiva a muerte, luego cuando el enemigo se retire se le quita la palabra y ya no se hace nada con
ellos, por lo menos hasta varias generaciones después, osea ya pasado un buen tiempo.

Antes decía que afortunadamente para los políticos corruptos porque ellos han causado muertes con los recortes en sanidad, las leyes inmobiliarias con los desahucios y otras leyes tremendamente impopulares, y en muchos sitios el matar o provocar la muerte de otros lleva al paredón, la horca, la silla eléctrica o al deguelle. Hay que recordar que aquí muere gente por la inoperancia de los políticos; hace pocos días moría un trabajor antiincendios en Canarias y el mismo presidente del gobierno cuyo partido a favorecido recortes en las brigadas antiincendios y en sus materiales de lucha, emitía un cínico twitt para lamentar la muerte del brigadista. En fin qué vamos a hacer con esta gente y la que les vota. Puede que sea lo que dice la declaración norteamericana cuando indica que: "toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada".

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