viernes, 25 de enero de 2019

Los terroristas catalanes.



Los jóvenes antisistema de Arran (A ras o A raiz) que luchan contra los gigantes globalizadores del turismo mundial, en general, y del de sus ciudades, en particular, han demostrado ser unos descerebrados según Rajoy, estos peligrosos pinta buses y raja ruedas, aunque están muy lejos de protagonizar los sangrientos enfrentamientos de sus no vecinos, por la distancia, venezolanos pero tan indignados como ellos, aunque por otras causas. Están poniendo a la industria turística española que aporta el diez por ciento del PIB, sic Rajoy, al borde del colapso, me imagino. De hecho los tabloídes británicos ya han puesto sus acciones en primera página, creo, y los cuentacuentos nacionales también hablan de ello.

El caso es que el modelo turístico imperante en España es del todo nefasto para los intereses de la nación y por supuesto del planeta y de las personas. No lo digo yo, esto es un tema del que se lleva hablando décadas. Los turistas abandonan sus abarrotadas ciudades para pasar unos días de asueto en un destino turístico, y lo primero que hacen al llegar es abarrotar el destino. Pasan de una masificación a otra. El turismo se basa al igual que la prostitución en el uso continuado de un bien que no se transmite mediante la venta o el intercambio, sino que se alquila para su uso tantas veces como pueda tener lugar. De ahí que el tráfico de blancas para uso carnal sea tan lucrativo y al igual que el turismo es una mina de oro para el que la explota.

Pero como en la prostitución el turismo de masas que se ha implantado es aborrecible, degrada las localidades donde se asienta, encarece los bienes de consumo que ahora deben soportar los nativos, y rebaja el nivel del empleo desapareciendo las industrias de los sectores productores y creadores de materias primas y sus derivados o primario y secundario que son los de mayor remuneración, quedando solo los del sector terciario o de servicios más dados a la temporalidad y la baja remuneración salarial.

En la Rías gallegas los turistas arrasan con los sembrados de moluscos para su propio uso. A muchos hoteles se les denuncia desde el extranjero, Reíno Unido, acusándolos de intoxicación alimenticia. Miles de jóvenes borrachos y drogados invaden zonas de descanso y provocan altercados. La invasión diaria de los buques turísticos impiden el comercio normal en las Ramblas, los mercados, etc. Puede que muchos incendios forestales tengan una causa o efecto en el turismo, pero aunque no lo tuviera creo que sus estragos son miles de veces más importantes y terribles que los que puedan ocasionar un grupo de antisistema con sus pintadas y movidas.

Las plataformas de alquiler de viviendas están causando año tras año unas enormes pérdidas a la industria hotelera, y son un foco de evasión fiscal que no cotiza en España, además de ser un pozo sin fondo del fraude a la Hacienda Pública por los perceptores que alquilan sus viviendas.

Compañías como las de las plataformas de coches con chófer están atentando contra el sistema regulado y centenario del taxi. Estas plataformas, de nuevo, pagan sus impuestos por beneficios en Paraísos Fiscales a través de entramados societarios ante los que hacen la vista gorda tanto la Unión Eurpea como el gobierno corrupto de España.

Demasiadas cuestiones conflictivas apuntan a la poca benignidad del sistema turístico implantado en nuestro país. Puede que los responsables de estos desmadres y desmanes estén nadando en oro a costa de destrozar la dignidad de los pobladores de esta vieja nación, a la vez que destruyen y ocupan el patrimonio y el espacio físico que nos define como nación. Un turismo sostenible sería posible, pero lo que hay es insostenible.

Yo, desde luego, que tengo tanto o más cerebro que la mayoría de los corruptos del PP, y apoyo a los muchachos y muchachas de Arran. Yo soy antiturismo, yo soy antisistema. Yo soy Venezuela, la buena.

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