lunes, 28 de enero de 2019

... de nuevo, negros nubarrones ocultaron el sol.



El Día de los Estúpidos

Parece ser, según las últimas noticias, que la mayoría de nuestros gobernantes y demás gente pudiente del llamado Primer Mundo, se perdieron en su época escolar las clases de Historia; y ya saben eso de que "los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla"; esta cita de Marco Tulio Cicerón (nacido en Arpino el 3 de enero de 106 a. C. y muerto en Formia el 7 de diciembre de 43 a. C.) y a lo visto, copiada por Nicolás Avellaneda (1837-1885) abogado, periodista y Presidente de la República Argentina, tal y como se indica en Wikiquote.

Hemos creído vivir en el mundo civilizado, en el paraíso de las oportunidades, en los bellos valles de la miel y el azucar; justo hasta que los hombres de negro nos avisaron de que en realidad habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades.

Mientras oíamos estas medias verdades o mentiras sinceras, provenientes de las crueles voces de los correveydiles de los más pudientes descendientes de Caín, los ampulosos y lujosos yates de la casta de los elegidos de un dios menor (este se escribe con minúscula al ser menor como su nombre indica) se mecían en las cristalinas aguas de un mar lejano; en uno de ellos, su orgulloso propietario movía con suaves círculos su copa de cristal tallado llena hasta el borde de un coctel de vermut y ginebra. Con cada sorbo pausado, llevaba su mano libre a a cariciar los tersos muslos de la hermosa y joven hija del obrero. Puede que la de uno de los quince que ayer mismo morían en una de sus minas, de sus fábricas o de alguno de sus casinos donde la vida vale lo mismo que un puñado de fichas de póker. Que juego más estúpido pensaba el adinerado navegante, en tanto que sus vigilantes ojos miraban complacidos las sugerentes formas de aquella ninfa que, momentaneamente, disfrutaba de su envidiada posición.

Más de uno, incluso yo mismo, esperaba que siguiera el relato con un... de pronto se levantó una ligera brisa que poco a poco iba a más, nubes por doquier empezaron a tapar al dorado astro, el mar empezó a encresparse. Sin apenas tiempo para poner en marcha los potentes motores de la lujosa y moderna nave, surgió de entre las olas una lancha zodiac que cargada con media docena de hombres mal encarados y fuertemente armados...
Y el día de los estúpidos se acabó, pero vendrán otros días parecidos.

Cuando el valor de la vida es solo retórica

Escribir un escenario en el que un rico potentado es asesinado por unos piratas descamisados, o es protegido por un equipo de policías marítimos es una elección del escritor o del novelista. Diseñar los pasos que han de llevar a la penuria de un Estado y sentirse afectado por la desgracia de otras personas a causa de tus decisiones, al fin y al cabo ciudadanos y posibles votantes, es mera retórica encubierta por un sentimiento de superioridad del que manda sobre el mandado. Es la estulticia (necedad, estupidez, tontería) de los que prefieren un mundo en conflicto que un lugar donde vivir y convivir.

Con los países pasa igual que con las novelas y con la vida misma: tienen un fin sin remedio, no sirve de nada que te lamentes porque se haya acabado la novela o tu vida esté llegando a su última página, lo que importa es lo que hayas aprendido de lo leído o lo que hayas disfrutado en tus años terrenales; en las novelas se llega al final cuando las hojas van acabando y en la vida cuando las fuerzas nos van faltando. Sin embargo los países en su final tienen casi siempre un hilo por el que al tirar de él renace un nuevo país, una nueva forma de relación entre iguales. Y vuelta a empezar con mil y más nuevos días de los estúpidos, otra vez la estulticia al poder, de nuevo el griterío de las masas aclamando a sus amados líderes, a populares villanos y a arrogantes tiranos. Otra vez los lujosos yates de la opulencia, las palaciegas residencias y las orondas mamachichos saciadas de marisco y placeres de Dioses (esta vez mayores).

El hombre construye y destruye porque en el fondo es una fuerza de la naturaleza. Su propia esencia contiene la sabiduría del Universo; estamos hechos de polvo de estrellas y en polvo nos habremos de convertir. La pregunta del millón es si podríamos ponernos, de vez en cuando, de acuerdo y trabajar para avanzar y dejar de enfrascarnos en pendencias sobre quien hace el papel de orgulloso propietario y quien el de la hermosa hija del obrero muerto.

El Estado no es fallido cuando muchos no aceptan el papel que les dió el destino, sino cuando los que en el papel de líder se arrogan en la estupidez y permiten que sus pueblos sufran, que sus mujeres se prostituyan y que sus hombres mueran antes de disfrutar una jubilación digna y larga, cuanto más larga mejor.

El Estado no es fallido cuando los jóvenes salen a las calles decididos a asaltar los palacios de invierno, sino cuando envueltos en una profunda estulticia los prohombres que rigen nuestros destinos braman contra los pobres por su indigencia, contra los ancianos por su robusta vitalidad, contra las mujeres por querer decidir sobre su coño, contra los niños por su insano apetito de alimentos y de saber, y en general contra todo el que clama por un derecho o una libertad.

El Estado que tenemos lo creamos a los pies de las piras de la destrucción del anterior Estado Fallido. El Estado venidero lo crearemos a los pies de los restos machados, por mil y un dias de estupidez, de lo que antes era... en diferido un ... vamos lo que se conoce como... eso Estado Fallido (la última frase entresacada de una líder de nuestra era, de cuyo nombre no quiero acordarme).

Si tú me fallas...
... yo te fallo

Las leyes, las normas y las conductas que entre todos decidimos establecer de común acuerdo, hace tiempo que empezaron a ser papel mojado; y me refiero solamente a las que se quedaron en el tintero de nuestra Constitución de 1978; en cuanto a las que tuvieron la oportunidad de ponerse en marcha a través de los correspondientes desarrollos legislativos, están siendo borradas del mapa de la realidad por la trituradora popular, que no del pueblo, en las Cámaras Nacionales y en las Autonómicas.

La Ley y el Espíritu de nuestra Lex Máxima, han sido mancillados por paisanos que parecen enemigos de su pueblo, del pueblo que les otorgó el permiso de dirigirlo. Este oscuro paisanaje de variopinta índole (Carácter propio de cada uno. Naturaleza, calidad y condición de las cosas) e hipérbole (Figura que consiste en aumentar o disminuir exageradamente la verdad de aquello sobre lo que se habla) obstenta vasallaje de potencias extranjeras, en concreto de Alemania y sus países satélites.

La autoproclamada Fürer del Cuarto Reich Angela Merkel tiene bien engrasada su potente máquina de información, que al igual que hizo su antecesor en el cargo de Fürer, con Goebbels como ministro de propaganda, acusando a judios y otros europeos de su propia estulticia, de su falta de ética y de su ausencia total de moral, poniendo en marcha la mayor destrucción jamás vista por ser humano en este planeta, está desarrollando de cara a su amado pueblo una gran mentira sobre el derroche de su dinero por países menores.

La esperpéntica líder alemana, de sobrios trajes clónicos, les cuenta a sus conciudadanos que los españoles somos más ricos que los alemanes en base a la cantidad de viviendas en propiedad de los de estos lares, aunque no me consta, me atrevo a decir que no les informa de que los españoles consiguen sus propiedades a base de esfuerzos, ahorro y sacrificios durante tantos años como duran las larguísimas hipotecas a las que mayormente nos sometemos, dejando prendados nuestros ingresos actuales y futuros en lor de una futura tranquilidad que a menudo llega con la vejez de nuestros cuerpos y edifícios.

Abreviando que es gerundio, por un lado tenemos a nuestros queridos líderes haciendo migajas de los textos y contextos que entre todos nos dimos como horizonte a donde dirigirnos; por otro lado tenemos a los operadores internacionales de diversas índoles y tramadas hipérboles, que urgan con desparpajo en las heridas abiertas en nuestra sociedad por las garras ulcerantes de las aves carroñeras de lo que ellos denominan los mercados, esperando el fatal desenlace en el que los pobres y los oprimidos puedan seguir siéndolo otro siglo más.

Yo aquí no voy a proponer nada que no esté ya en marcha, solo sé que si tú me fallas, yo te fallo; de hecho cada vez más gente se está hartando de vivir bajo un puente, de ir a que le den la comida del pobre y esperar la maldita caridad que no se desea. El ser humano no es solo humano por su bondad, también lo es por su maldad. Si nuestros políticos y legisladores piensan por un solo momento que el hambre de alimentos y de conocimientos de tus hijos, que los medicamentos de tus mayores y que el techo sobre el que cobijarse cada uno de los días de los estúpidos que aún nos faltan por ver, pueden esperar uno o dos años, que esto ya se arreglará, en tanto ellos viven arropados por sus grandes emolumentos, sus jubilaciones millonarias, sus relucientes puestos en dorados consejos de administración y las mil y una dádivas que se autoconceden en los hermosos palacios donde se plasman las leyes y se deciden las medias verdades y las mentiras sinceras; realmente se equivocan, los hombres y las mujeres buenas que pueblan esta orgullosa nación les pondrán en su sitio más pronto que tarde, aunque antes deban de vestir las pieles del lobo, y manchar con el lodo de sus orines las sedosas cortinas de los palacios de invierno.

Ete escrito es de 2012 por lo menos y parece ser que las cosas han cambiado poco, pero eso sí, ya estamos casi clasificados para el próximo mundial de fútbol.

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