miércoles, 23 de enero de 2019

El Dinero de Judas. Concepto segundo: el dinero fiduciario.



La fiducia, de donde proviene el adjetivo que acompaña en este concepto a la palabra dinero, la implantó como tantas cosas el Derecho Romano, y básicamente habla de la fe en las relaciones de negocio, de la buena fe.
Pero la fe tiene tantos filos como la lengua viperina o sea dos, ya se trate de la buena o de la mala fe. Si todos usáramos en nuestras relaciones la buena fe, habría que abolir los juzgados, y el cuerpo de policía y los ejércitos pasarían a la historia.
Así que puesto que la fe como la lengua de los reptiles tiene dos filos no podemos ser tan cretinos como para comernos el camelo de la buena dando por descontado a la mala. La prueba está en los bancos, los nuestros, los de ellos y los de cualquiera; nos fiamos de que con nuestro dinero van a actuar de buena fe y a la vuelta de la esquina nos damos cuenta de que ahora somos inversores preferentes, y lo de preferente llega a doler más que el burdo engaño al que estos sinverguenzas someten nuestra buena fe.
En el caso de los bancos, que por cierto en estos días de octubre del 2014 los españoles han pasado con éxito las pruebas a las que ha sometido Europa a la banca del euro, es realmente acojonante por inexistente el trabajo que está haciendo la justicia española con las estafas que últimamente han comandado las Cajas de la Casta abusando de la buena fe de los depositantes, con jueces apartados y castigados severamente y banqueros mangantes disfrutando de dineros que no son suyos.
Tras tres años largos después de este apunte y ante una aparente reactivación de la profesionalidad de los jueces o al menos de algunos jueces, Blesa amigo íntimo del expresidente Aznar y exmandatario de Caja Madrid, junto con Rato exministro de economía del mismo Aznar y quebrador de Bankia aglutinadora de Caja Madrid, la CAAM y otras cajas de ahorro, son condenados Blesa a seis años y Rato a cuatro por las tarjetas black, que de momento no han empezado a cumplir y siguen en libertad hasta ver sus recursos el Supremo. Y ambos aún tienen pendientes nuevos encuentros con la justicia por sus actividades más propias de atracadores que de gerentes.

El análisis que yo trato de pergueñar en cuanto a los dineros nos trae la figura de la fiducia en los apuntes económicos de los gobiernos y de las entidades financieras del llamado mundo libre, en el que ahora también se arropan regímenes donde eso de la libertad suena más a mala fe o mala baba que a otra cosa.
Pues bien, el uso de la buena fe para hacernos comulgar con ruedas de molino los números del PIB, que es en lo que principalmente basan la creación de dinero los gobiernos de la OCDE, está muy bien, gracias a esta buena fe entre iguales el mundo avanza imparable hacia un amanecer en que todos verán un gran cartel donde pondrá que usted está en una Tierra llamada Libertad.
Ahora vienen las carcajadas que se pueden oir desde los Andes del sur de América hasta la Conchinchina. No señores, los gobiernos del mundo libre usan las herramientas del capitalismo para impedir que hayan propuestas en las que los beneficiarios sean los pueblos, promulgando normas de libertad y cretinez con las que se beneficien los chiringuitos financieros, los especuladores y las grandes fortunas. Para el resto del planeta sal, mucha sal sobre las llagas inflingidas a los más desfavorecidos.

La OCDE.
Fundada en 1961, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) agrupa a 34 países miembros y su misión es promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo.
La OCDE ofrece un foro donde los gobiernos puedan trabajar conjuntamente para compartir experiencias y buscar soluciones a los problemas comunes. Trabajamos para entender que es lo que conduce al cambio económico, social y ambiental. Medimos la productividad y los flujos globales del comercio e inversión. Analizamos y comparamos datos para realizar pronósticos de tendencias. Fijamos estándares internacionales dentro de un amplio rango de temas de políticas públicas.
(Fuente OCDE en http://www.oecd.org/centrodemexico/laocde/)

Dinero fiduciario.
El dinero llamado fiduciario es el que se basa en la fe o confianza de la comunidad, es decir, que no se respalda por metales preciosos ni nada que no sea una promesa de pago por parte de la entidad emisora. Es el modelo monetario que manejamos actualmente en el mundo, y es el del dólar estadounidense, el euro y todas las otras monedas de reserva.
Esta tendencia, originaria del siglo XI en China, y responsable de la expansión de las dinastías Yuan y Ming, comenzó contemporáneamente con el Nixon Shock de 1971, que terminó con el sistema de respaldo en metales preciosos del dólar estadounidense, iniciándose también con ello la fluctuación de las divisas, que basan su valor en relación al valor de las demás, y con ello el altamente voluble y lucrativo mercado de divisas, que mueve alrededor de 3 billones de dólares al día.
Las monedas y billetes fiduciarios no basan su valor en la existencia de una contrapartida en oro, plata o cualquier otro metal noble o valores, ni en su valor intrínseco, sino simplemente en su declaración como dinero por el Estado y también en el crédito y la confianza (la fe en su futura aceptación) que inspira. Sin esta declaración, la moneda no tendría ningún valor: el dinero fiduciario sería entonces tan poco valioso como el pedazo de papel en el que está impreso o menos, porque quién va a pagar nada por un papelote garabateado por un loco, a menos que ese loco se llame Van Gogh.
Un billete actual es una clara representación de dinero fiduciario, por cuanto objetivamente considerado carece de valor. Su valoración viene dada por la autoridad monetaria que lo emitió, que goza de confianza entre los sujetos que la aceptan.
(Fuente Wikipedia en http://es.wikipedia.org/wiki/Dinero_fiduciario

Si alguna vez la buena fe en los actos de esta humanidad en precario fueran la norma, y no hubiéramos de temer por los malos usos de ésta, el mundo y la humanidad con él evolucionaría hacia la perfección.
Nuestra biodiversidad no tendría que temer los avances humanos porque éstos jamás atentarían con los dadores de vida en el Planeta Azul. Nuestros hijos podrían seguir su propio camino sin espinas y pensarían en tener así mismo sus propios hijos.
Puede que dentro de un millón o de cinco mil millones de años, la Tierra amenazada por el propio Sol que nos alumbra, ya no estuviera habitada más que por unos centenares de científicos que listos para salir echando leches hacia la Nueva Arcadia, seguirían monotorizando in situ y hasta el último minuto la increíble epopeya de la expansión solar que convertirá a nuestra estrella en un gigante rojo primero, hasta engullir a la Tierra y otros planetas solares, y en una enana blanca después.
Y gracias a la buena fe que imperó durante los millones o miles de millones de años de evolución de nuestra especie y de otras miles que sabiamente habríamos protegido, la humanidad estaría poblando decenas de planetas de nuestra galaxia o de otras. Durante ese largo caminar, nuestra especie no habria desperdiciado las mentes más brillantes en estúpidas guerras o fruto de crímenes promovidos por las crencias religiosas, el odio, la codicia o la simple estupidez humana.

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