Pronto recogeré mis cosas, venderé mis bienes y los gastaré en una noche alegre y triste.
A la vuelta de la esquina le diré adios.
Me iré presto marcándole el paso a la señora de negro que siempre me precede.
Sin lágrimas en los ojos pero con algo de bruma en las gafas, miraré de reojo a la media luna tan blanca, mientras mi vida ya se acaba.
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