miércoles, 16 de enero de 2019

Agua y otras cuestiones.


Andaba meditando sobre el lecho seco del rio sobre algo que ahora no puedo recordar.
Señor, señor. Una voz aguda llamó mi atención, dirigí mi mirada en la dirección de donde procedía la voz y lo ví.
Desde el primer momente me dí cuenta de que sin duda alguna era un extraño chico. No porque tuviera algún defecto físico, o por que el acento de su voz sonara raro. Era un chico extraño porque en el momento de verlo por primera vez ya me lo pareció.
El crío corrió por lo que aparentaba ser la orilla del rio hasta alcanzarme, sin bajar al lecho me preguntó si no tenía miedo a estar allí.
Paré mi deambular y le contesté que en absoluto. Preguntándole a continuación sobre el porqué de su pregunta.
El pareció dudar un momento, se agachó en cuclillas para así adecuar la altura de sus ojos a los míos y me dijo muy seriamente que...
Por el cauce va el agua del rio cuando en las montañas lejanas ha llovido lo suficiente. Y cuando eso ocurre no es buena idea encontrarse en medio de su camino, podría morir ahogado.
Asentí con la cabeza y le contesté. Eso no va a pasar hace meses que no llueve en toda España.
Ya, contestó, pero y si hubiera llovido esta noche y usted no lo supiera. No debiera tentar la suerte. Concluyó.
Ok, dije y me dispuse a salir del lecho seco.
Mejor así señor.
Oye chaval, no me llames señor.
Porqué, respondió.
Porque señor solo hay uno y se supone que está en los cielos.
El crio frunció el ceño, pensó y disparó. Vale entonces le puedo llamar padre.
Porqué respondí rápido. Porque yo nunca he tenido uno. Me dijo.
Vaya, pues yo nunca he tenido un hijo y no voy por ahí pidiendo a los crios que lo sean mío.
Al menos tendrás madre, le pregunté.
Si, claro, todos tenemos que tener madre, sonrió como si hubiera contado un chiste, pero ella anda muy ocupada todo el día trabajando sin parar para sacar la casa adelante, como me dice siempre.
Y sigo sin tener padre, ¿querría ser el mío?.
Porqué insistes tanto, inquirí un tanto molesto por la insistencia del chaval.
Bueno, si he conseguido que me haga caso y salga del cauce, podría agradecérmelo y aceptar ser mi padre. Ello no significaría más que lo que podamos llegar a ser entre ambos.
Acabó de decir esas palabras, cuando un rumor fué in crescendo, el crío miró al fondo del barranco y apareció la ola.
El agua bajaba en tropel y a una considerable velocidad, arrastrando todo tipo de maleza y troncos, junto con una viscosa masa de arenas y agua.
Vale de acuerdo. Me quedé anonadado.

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