jueves, 7 de febrero de 2019

Un nuevo texto sobre Cataluña.



Reeditado porque a fecha de hoy, a punto de comenzar el juicio a los que proclamaron la efímera República catalana o la declaración unilateral de independencia proclamada por Cataluña con respecto a España, aprobada por el Parlamento de Cataluña el 27 de octubre de 2017 y suspendida por el Tribunal Constitucional el 31 de octubre del mismo año.

Con desgana voy a tratar de desgranar mis penúltimos pensamientos. En la cuarta parte, capítulo 4º de Grietas en los cimientos de la obra Los Miserables, Victor Hugo analiza cuestiones de la Revolución francesa a partir del acceso al trono, brindado por el pueblo de Francia, de Luis Felipe en 1830.

Luis Felipe I de Francia (en francés: Louis-Philippe Ier de France) (París, 6 de octubre de 1773-Claremont, Surrey, Inglaterra; 26 de agosto de 1850) fue el último rey de Francia, reinando con el título de "Rey de los franceses" (Roi des français) entre 1830 y 1848, llevando implícito con ello el título de copríncipe de Andorra (de la Wikipedia).

Victor Hugo hace cábalas, que no voy a transcribir porque no invalidan el relato, sobre la mejor forma de gobierno, descarta el comunismo porque estima que el reparto igualitario impide el esfuerzo personal y lleva al decaimiento social, cultural y económico de la nación. Tampoco aprueba el capitalismo salvaje en donde los sueldos son de hambre y no existe control estatal ni redistribución mínima de la riqueza. Victor Hugo, hace ciento cincuenta años y otros mucho antes, ya preconiza que el estado debe existir para buscar la felicidad de los ciudadanos y asegurar la justicia social. También apoya un sistema político entre el socialismo y el capitalismo, cogiendo partes de cada lado, a ser posible las mejores y aboliendo las peores.

El caso es que siglo y medio después, politicastros de tres al cuarto, ascendidos por los votos obtenidos con trucos de verduleras y mentiras de estafadores, consiguen que cada día se vayan al otro mundo muchos hombres y mujeres que en éste solo han tenido tiempo de sufrir y padecer, sin que la justicia social haya hecho aparición en sus años vividos.

Ahora los hijos acatalonados de los charnegos de antes, se sienten superiores a los otros obtusos nativos de la misma piel de toro, y han decidido hacerse independientes sin resolver la ecuación del abuso, sin detener y poner ante la justicia a sus propios saqueadores, a sus Maria Antonietas y a sus Luis XVI. Los arteros políticos que están llevando a España a una guerra civil en Cataluña han estado durante años jugando con varias barajas, por un lado han apoyado a los gobiernos de España, ya fueran del PSOE o del PP, con tal de que llenasen sus arcas y pudiesen gastar los dineros de todos en sus propios intereses, perdiendo por el otro lado el tiempo que hubieran podido usar exigiendo más democracia y el paso a la República descabezando la monarquía impuesta por el dictador, pero no a ellos eso no les importaba, en ese tiempo Puyol y sus secuaces hacían caja, su propia caja, evadiendo millones, sacrificando las arcas del estado en su favor y organizando una nueva concepción de la realidad social en la que las grandes urbes se llenan de turistas que encarecen la vida de sus habitantes y ocupan edificios y anegan las calles impidiendo la convivencia cívica; una realidad en la que los ciudadanos tienen que optar por trabajos de lacayos sin futuro y con pensionistas tercer mundistas en el primer mundo. Un pais sometido al neocapital y a las directrices divinas, con reyes de por vida y ladrones gobernando.

Y ahora, ante la inconsistencia del gobierno del partido más corrompido del mundo al mando de los destinos de España, los independentistas golpistas enfrentan la legalidad e imponen sus cartas ante una mesa de juego en la que algunos de los jugadores llevan más cartas entre las mangas que a la vista de los demás jugadores. Hoy (21/9/2017) el segundo de la Generalitat intentaba en la tele vender la moto del derecho internacional y de la legalidad de sus leyes emanadas, como no puede ser de otra forma, de la legalidad que les da la Constitución españolista del 78. Un contrasentido propio de cobardes que no estarán frente a los fusiles.

Ayer la Guardia Civil era acosada por imberbes y agitadores borrachos de efluvios independentistas como si fueran a alcanzar el nirvana, como si fueran a entrar en la tierra prometida, sin saber o sabiendo que eso son solo embustes, mentiras y veleidades de los que sueñan despiertos. Nunca van a progresar sin el apoyo de España por que están pegados fisicamente a nosotros o a nuestros socios que de ser los suyos pondrían en peligro sus propios territorios. Francia tiene separatistas por todos lados al igual que Italia, los otros países están allende éstos. Cataluña sin España está aislada y sin el 80% de sus clientes. Además obvian a Rajoy y al PP, quienes están más que dispuestos a hacer desfilar a la mismísima Legión con tanques por las avenidas de Cataluña. Y si corrían aterrorizados los catalanes por una miserable furgoneta por las Ramblas, ya veremos cuando paran de correr cuando suenen los primeros bazokas en Barcelona. Y si esperan la ayuda internacional hay que recordar que antes que España también esperaron en Europa los Bosnios, los ucranianos y tantos otros. Luego cuando ardan edificios emblemáticos, cuando el turismo se retraiga a niveles de los primeros años de Franco, cuando la ganadería, las vides y las fábricas paren y llegue la escasez, vuelvan los giros de los que están fuera y los mutilados sean miles y tantos como los muertos. Puede que entonces España pierda Cataluña, puede que el Rey pierda su corona, puede que España gane la República, pero puede que entonces pensemos que se podrían haber hecho las cosas de otras maneras, con otras formas, sin incitar a las masas descerebradas, a los chavales sin carrera pero con ganas de liarla parda, a las nenas que llaman a tomar las armas y a los voceros del odio que alzan el puño, tiran la piedra y esconden la mano.

Odio tener razón, pero esto ya lo veía venir. La sangre está apunto de empezar a correr por las Ramblas, los políticos que llaman a la resistencia están voceando por la guerra, ninguno de los que está al mando parece tener ni la mitad de la cordura del mandatario venezolano que tantas veces ha vilipendiado el pendejo que nos gobierna desde Madrid. Pero los bastardos que soliviantan y mienten al pueblo catalán vendiéndoles la quimera de la independencia son tan aborrecibles como los tarados que gobiernan en las mismísimas tierras del oprobio, estén donde estén esas tierras.

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