lunes, 4 de febrero de 2019

Dejación.



Pasando que es gerundio, es lo que se hace más a menudo de lo que sería conveniente, y lo hace el artista de las letras que no escribe sobre lo que se debe informar a los lectores ni tampoco en clave de denuncia para tratar de incordiar a los que pueden corregir los defectos de la sociedad. Y uno de los grandes defectos de la sociedad es la actitud de los que han sido elegidos por todos para que corrijan las leyes existentes, elaboren nuevas o derogen viejas, para que dirijan los entes de gobierno y velen por el correcto desarrollo social. En estos términos es en los que postpusimos la acción popular del levantamiento armado contra los regidores corruptos, incapaces o inútiles, actos de revuelta popular ampliamente reconocidos en multitud de Leyes Magnas y en el Derecho Universal de los Pueblos.

Y es que en este loco mundo, como ya tildé la actualidad general planetaria en otro escrito tiempo atrás, casi nadie hace lo que debe, y eso aunque los actos que debiera hacer solo le supogan mover un maldito dedo, y pongo como ejemplo algo que evitaría más de una muerte, muertes de personas inocentes, muertes de amantes, muertes de familias enteras que si el que deja de hacer lo que debiera costándole tan siquiera el esfuerzo de mover un maldito dedo tales muertes nunca se producirían, me refiero a poner el intermitente en el vehículo. Yo veo esta dejación, que además es una falta castigada en el código de circulación con multa, creo, a diario. llegando a ver el despropósito de alguien que montado en su vehículo te mira intentando indicarte con la mirada lo que pretende hacer para que te apartes, en tanto que tú te hayas frente al elemento conductor, pegado a la pared de una casa a pie en una zona sin aceras, y pensando el porqué el inútil que te mira desde dentro de su vehículo no utiliza los putos intermitentes para hacerte ver cuál es su intención. En fin hay demasiado tarado ahí afuera, sin duda alguna.

La justicia que no aplica justicia, claro que es discutible pero sin ir más lejos veo a diario cómo tiparracos que acaban matando a su exmujer andaban en libertad a pesar de haber sido denunciados una y mil veces; también veo cómo gente de las finanzas arrasan los ahorros de muchos y luego acaban envejeciendo en paraísos caribeños mientras los saqueados han de enfrentarse con abogados ilustres que encima les acaban esquilmando con los costes de las actuaciones. Y los médicos que te envían al calvario de las pruebas y al envilecimiento de las drogas legales de la farmacia cuando podrían haberte dado las pautas alimenticias y mostrado los hábitos de esfuerzo físico o descanso regulados para evitar tanto medicamento.

Vivimos en un mundo en que el gobierno hace dejación todos los días de sus obligaciones y al que como respuesta el pueblo debería de dejarle sin sus competencias. Pongámos ejemplos, el juego online y presencial está destruyendo a miles de familias, muchas empresas han de afrontar el robo por parte de sus empleados o la dejación de sus obligaciones porque cuando el empleado o el directivo está enganchado al juego y ya es ludópata no piensa en otra cosa que en apostar y en disponer de dinero para jugárselo, ya sea dinero suyo o de otros. Hay familias que no disponen de calefacción o de otros bienes porque el cabeza de la misma se lo gasta todo en la ruleta virtual del Usain Boll de mierda. Odio a los deportistas que anuncian los juegos online o cualquier otra porqueria esclavizante, pero también odio al gobierno que no impide tales prácticas. Lo mismo pasa con los cientos de miles de mujeres que ejercen la prostitución en España y en Europa, la cara se nos tendría que caer de verguenza. Que basura de democracias son estas en las que se permite que unas personas compren a otras para meter sus asquerosas mingas y correrse dentro aunque sea a través de un puto plástico preservativo. Indecente, inmoral y aborrecible es esta sociedad del despilfarro que asesina y deja de supervisar el crimen diario y continuado de millones de seres vivos torturados para que esta corrompida hasta la médula sociedad se de el gustazo de comer más de lo bueno, y lo bueno entre comillas es un trozo del cadáver de un animal cazado, criado o pescado privándole de cualquier derecho a su vida.

Deja el gobierno, deja la sociedad y dejamos cada uno de nosotros de hacer lo que debemos de hacer porque preferimos seguir viviendo en nuestra Matrix particular esperando que las consecuencias las paguen siempre otros. Ahí están los puigdemont del montón que de pronto dejan de gobernar para auparse a la poltrona de la presidencia de una república ideada en sus húmedas fantasías. Ahí tienes a los rajoys del turno de espera que mientras millones de trabajadores son pobres a pesar de trabajar, él mirando para otro lado que también es gerundio, propone subir ni treinta euro al mes osea un euro al día el salario mínimo interprofesional y eso y siempre que se cumplan determinadas condiciones. Pues nada a partir del año que viene los pobres trabajadores ya lo serán un euro menos, pero ni por esas porque a la par nos sube a todos el gas, la gasofa, la electricidad, el pan y la zanahoria del burro que cree que somos todos y cada uno de los muy y muchos españoles.

Y entre tanta dejación el planeta se enfrenta a los tarados internacionales como el Trump. Y ahora el mandamás chino el tal Xi Jinping, que al tener un nombre traducido del chino no se tiene en cuenta la regla de la m antes de la p ó la b, pues como decía el chino se ha propuesto convertir la china hipercontaminada en un edén de los verdes y ha empezado a exigir cuotas y tiempos a los fabricantes de autos para que dejen los motores de carburantes por los motores eléctricos. En tanto el trompetero del Trump se apresta a reactivar la minería del carbón y el expolio de territorios hasta ahora vírgenes como las tierras desheladas del Ártico. Pero la Tierra entre tanto y a pesar de los tarados que nos gobiernan aquí y acullá, sigue su viaje interestelar recogiendo, como durante toda su existencia, el polvo de las estrellas que un día dió en crear la maravillosa biodiversidad que ahora desde nuestra inagotable estulticia estamos decididos a destruir para siempre jamás. Dentro de un millón de años cuando de la humanidad no queden más restos que algunas decenas de satélites al pairo entre los planetas del sistema solar o rebotando sus cachitos rotos entre los asteroídes de la nube de Orts, las cucarachas mirarán la imponente estela de estrellas que conforma nuestra galaxia pensando tal vez si eso es Dios.

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