martes, 19 de febrero de 2019

Esa mirada tuya...



Hace días que no escribo un texto largo, solo subo escritos del pasado, pasado reciente claro. Y es que este verano de tanto calor me tenía agotado, y aunque está dando sus últimos estertores y muchos vecinos veraneantes ya emprendieron el regreso a sus viviendas del resto del año, aún quedan rezagados y las temperaturas se niegan a bajar.

El caso es que ya llevo varios días tentado a iniciar una nueva entrega de mi pensar, un nuevo exabrupto de la vorágine que habita en mis neuronas. El título lo tenía escrito en un papel de notas sobre la estufa, que apagada me hace de mesita supletoria en mi pequeña morada. Pero un título no es nada si no hace referencia ajustada a lo que le sigue, y ahí comienza el trance al que me dejo arrastrar en aras de que me halle mi Erato particular.

Cuando confié este título a mi escrito lo hice rememorando los paseos en busca de algo o por simple placer, y en cuando en alguno de ellos, de pronto e inesperadamente surge un cruce de miradas con alguien desconocido. La sensación es como la silueta de un sonido, se puede ver el trazo de lo invisible y surge, a veces, una entente cordiale, como si esa mirada siempre hubiera estado allí, esperando a que la vieses, esperando a cruzarse con la tuya.

Pero los paseos están llenos de miradas a menudo bien distintas, unas dan casi miedo o al menos resquemor, otras son un aviso para navegantes, están las miradas esquivas y esa de la que siempre huyes. Hay tantas miradas como personas, son como el más perfecto de los carnets de identidad. Un buen sabueso humano, un policía, siempre guarda en su memoria el negativo y el positivo de la mirada de aquél al que busca, no importa lo demás, los rasgos faciales, la estatura o el color del pelo si lo tiene, quien tiene el don de fijarse en esa mirada tuya le basta con eso y allí donde se cruce con ella sabrá de inmediato que esa, esa mirada es la tuya.

Por eso mismo anoté en mi hoja de las notas este título, luego solo debería esperar a que mi musa desenredase el lío de mi mente, entresacase las líneas del escrito y diese algo de cordura y sentido a la fiebre de mi blanda masa gris. Estaba seguro de que en mi febril pensar había dejado en un rinconcito tu mirada, esa de gata que tanto me gustaba, estaba seguro de que volvería a cruzarme con ella detrás de cualquier esquina, y cuando eso pasara te preguntaría que dónde estabas, si acaso aún me recordabas, si podríamos volver a empezar. Y yo conteniendo los latidos de mi viejo corazón me quedaría quieto, me quedaría esperando a que selláramos un nuevo pacto con un beso de tus anhelados labios, los dulces labios que se esconden detrás de esa mirada tuya.

¿Empalagoso? Puede pero es que eso es lo que tienen las musas y los títulos escritos al albur de una copa y en la hoja de las notas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario