jueves, 7 de febrero de 2019

El mejor de los hombres.



Y ni el sol del mediodía podía hacerle sombra, yo creo que el Astro Rey no se atrevía a plasmar su efigie en el suelo y en negativo y no porque siempre hubiese sido republicano que otros motivos tendría; cuando en un día de viento cuasi ventolera salía a dar uno de sus cortos paseos de pensar, apenas si Eólo osaba moverle un par de pelillos de la cortinilla que a modo de flequillo demodé tapaba su frente senatorial como fiel guarda de corps.

Y mentado el guarda de corps, se podía ver cuando pasaba revista a los Mossos o cruzaba en sus desplazamientos ante los armados que prestaban servicio en el Palacio que acogía su majestad, el embelesamiento que levantaba entre las aguerridas tropas iba más allá de vulgares muestras de admiración, se palpaba el endiosamiento en que lo tenían, y él, el Carlas lo sabía y con pilla sonrisa miraba como quien no quiere la cosa y notaba como la satisfación le subía para arriba.

A pesar de no ser tan alto como alguno de sus odiados adversarios, ni ser tan guapo como alguna de las que siempre estaban allí aspirando a derrocarle para usurpar el puesto que su pueblo le había otorgado, para ocuparlo y hacer otras y revulsivas políticas tan alejadas de su ideología y tan contrarias a cualquier democrática razón que él solo poseía. A pesar de los pesares, el Carlas se sentía arropado por la totalidad del pueblo y protegido por la divinidad, y hasta los otrora adversarios de la izquierda nacional, bajo el manto de los Santos Sacramentos le habían puesto como merced a uno de los suyos para que le hiciera de coracero y espeditara el camino en el nombre del Dios de los cristianos, dando si fuera necesario su vida o su libertad para proteger al líder indiscutible, para protegerle a él, al Carlas.

Solamente una narración del absurdo como ésta que acabo de hacer concedería certeza a la estulticia e insensatez que porta el president, y daría claridad al porqué un pueblo que presume de conocimiento y de variopintas virtudes se ha dado a la aventura de una inexistente e imposible independencia. Este pueblo abducido por los cantos de sirena de tres formaciones políticas, cada una de ellas con sus rémoras, sus mentiras, sus advenedizos, sus miserias y sus deúdas, este pueblo digo ha tomado al pie de la letra la proclamada superioridad de lo catalán sobre lo español; lo ha interiorizado tanto que ya está dentro de su seña de identidad, ahora el catalán es un hombre y una mujer mejor, más poderosa y más hermosa que una española, son más señores que nadie, saben más que cualquier docto andaluz, extremeño o gallego. Sus panes saben mejor y hasta sus catedrales son las preferidas por Dios. El mundo entero está asus pies y ya nadie les va a decir qué es lo que deben de hacer.

Cuando una sociedad llega a los límites de la realidad como ha llegado la sociedad catalana, o al menos la mitad de ella, es que existe un problema. Una de las razones de todos los odios, de todas las afrentas, de todos los robos, de todas las injusticias y, porqué no, de todas las guerras es, ha sido y será la absurda creencia de la superioridad de unos sobre otros. En realidad no es que todos seamos iguales, que no lo somos, lo cierto es que nuestras diferencias solo provienen de la causalidad cuando no de la casualidad. Somos distintos en el color porque el sol actúa sobre nuestras pieles de forma diferente en base a determinados factores que no tienen nada que ver con nuestra inteligencia u otras cuestiones. Somos más altos o más bajos no porque así lo quiso Dios, sino porque nuestra infancia estuvo mejor alimentada y dispusimos de más ventajas, ventajas que a menudo provinieron de políticas rayanas en el expolio de otras tierras donde sus infantes quedaron abocados a la desnutrición por la voraz codicia de nuestros dirigenbtes y líderes del saqueo. Somos más inteligentes no porque nuestros cerebros sean más grandes y dispongan de más neuronas y mejores que las de los que apenas si saben leer cuatro palabras y sumar dos dígitos, lo somos porque a pesar de disponer de la misma masa encefálica y de tener un número de neuronas que en algunos casos pueden ser incluso inferior a las de muchos analfabetos, lo somos porque, otra vez la infancia, cuando niños tuvimos la suerte de ser enseñados por profesores y maestros, maestros de verdad no como ese Carlas al que tilda alguna selecionadora catalana de Gran Maestro tal cual Gran Gurú del devenir que está por venir, y sí, sabemos más por los maestros de escuela y los niños de ahora podrían llegar a saber más si no estuvieran siendo aleccionados en la supremacía racial que está fuera de la realidad, porque señores catalanistas, aquí nadie es más que nadie, todos somos iguales, aunque unos sean más tontos que otros, aunque unos se dejen embaucar por un Rajoy y otros por un Puigdemont, aunque unos se dejen robar por la CIU ahora CdeCat, mientras que otros se dejan robar por el PP o el PSOE.

Yo no creo ni en los antisistema de la CUP con los arremangados con cara de cabreados y mata guardias, ni en la izquierda rancia y nacionalista del ERC con sus rufianes malhablados y que en vez de unir quieren separar, tampoco creo en la derecha nacional fascistoíde que roba a manos llenas con el tres y pico por ciento y acusa a la derecha española de saqueo cuando el robo es interno de sus propios secuaces, igualmente descreído soy de los españolistas que se escudan en la Constitución que entre todos nos dimos cuando yo tenía 22 años y que después de tanto tiempo aún no han llevado a cabo casi ninguna de las premisas que los trabajadores y las clases más pobres pusimos sobre la mesa para evitar una nueva guerra, Constitución que enarbolan e incluso osan adjetivizarse con su apellido de constitucionalistas cuando en realidad son tan falsarios como los secesionistas de tres al cuarto. Unos quieren seguir estafando al conjunto de España y los otros se conforman con estafar a los habitantes de las tierras catalanas aspirando a hacerlo en aquellas tierras que recibieron el yugo militar de ancestrales tiranos catalanes. Cuanto seny imaginario habita las tierras de Cataluña, cuanta mala uva se derramna por Castilla y León, cuanta mentira se destila al albur de la manzanilla por la Andalucía, cuanto desagravio se exige en la Extrema y Dura, cuánto habremos de esperar para ser un día un pueblo digno de nuestros abuelos que aún yacen en las cunetas de España, que fueron fusilados por el odio entre españoles.

Que paséis unas felices fiestas, el que pueda permitírselo y el que no pueda, suerte amigo.

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