martes, 12 de febrero de 2019

A quien le importe.



Hace más de tres años escribía en mi Facebook sobre la actualidad y lamentablemente aquello que escribí sigue de plena actualidad, y ese día 28 de noviembre del 2014 faltaba muy poco para que la Navidad, al igual que en éste 1 de diciembre, lo tapará todo con sus luces y su ritintin:

Las injusticias no se evitan con leyes ni humanas ni divinas. Las injusticias se combaten con el uso de la fuerza del voto democrático.

Las leyes las inventaron los que ejercían el poder para legalizar la segregación, la esclavitud, la preeminencia de unas personas o familias sobre las otras y toda clase de tropelías, abusos y crímenes.

La democracia moderna, que no la griega, se inventó para combatir las injusticias sin tener que llegar al derramamiento de sangre inocente o culpable.

Pero que ocurre cuando las leyes hechas en democracia solo sirven para proteger los derechos de los ricos, de los poderosos, de la banca, de la oligarquía y de todos sus adláteres o subordinados. Ocurre que tenemos una democracia secuestrada, que no sirve a sus fines constitucionales, a los fines que entre todos nos dimos.
Y en esos momentos donde la protección de los más débiles queda relegada a los intereses del capital ¿Deben de alzarse los puños desafiantes contra todo poder ilegítimo? ¿Hay que levantar los cadalsos y preparar los tribunales populares?
Pues no, porque aunque un nuevo mundo se merece una gran pira constituyente que segregue de una vez por todas a los desgraciados que convierten cada día la vida de muchos en una cuesta arriba permanente. Cuando cientos de miles de familias han sido desahuciadas, cuando millones de personas no encuentran trabajo, cuando se piden toneladas de alimentos para paliar el hambre, cuando demasiados ciudadanos dejan de tener los mismos derechos que los demás.

En esos momentos, clavaditos a los actuales, sabemos que la sociedad está enferma, y empezamos a darnos cuenta que la democracia cambió a dictadura. Y aún así, ante la evidencia terrible que nos ordena en nuestro fuero interno asaltar los palacios de invierno de los malos gobernantes, deberemos recapitular y darle una nueva oportunidad a la democracia, a las leyes y a los tribunales establecidos. Deberemos esperar y llegado el momento ir a votar con todas las de la ley.

Cuando ganemos y podamos cambiar las cosas, entonces habrá vencido la democracia y no olvidéis nunca que estos desgraciados que nos gobiernan dicen que no podemos repartir la miseria entre todos, y no dudan en recibir todas las prebendas que pueden, de repartir miles de millones entre sus amigos y socios. Esto, sinceramente, da asco, parece ser que se busca convertir este pais en algo parecido a los Estados Unidos donde el 35,4% de la población sobrevive con cupones para alimentos.

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