viernes, 15 de febrero de 2019

Otra vez, capitalismo versus comunismo.



Hace unos días un tertuliano o analista político del programa "Al Rojo Vivo" de la Sexta, soltó la frase de la semana al afirmar que el prefería antes a un gobernante o político que le robara, que a uno comunista (puede que la frase no sea exacta). Luego afinaba diciendo que prefería un demócrata ladrón al comunista, afinando que el comunismo era un sinónimo de la corrupción. Durante la moción de censura a la presidenta madrileña Cristina Cifuentes, las huestes del partido más corrupto de Europa hacían lo propio y tachaban de corrupción todo lo que oliera a pueblo, a izquierda o a comunismo, y por supuesto a Podemos.

Y sin embargo anteayer caía otro banco, este ligado a los partidos conservadores, a la monarquía y al Opus Dei, era considerado un estandarte de la derecha, del capitalismo y de la oligarquía católica. Además estaba muy introducido entre las pymes españolas captando un 18% de su mercado. Algunos se preguntarán que tiene que ver la corrupción con la caída del católico banco. Bueno la cumbre de toda corrupción es la desaparición del objeto corrompido, así es como desaparecen los cuerpos que soportan nuestra identidad cuando fallecemos, y así es como desaparecen las instituciones corrompidas por los gusanos corruptores, como la Justicia, la Democracia y cualquier cosa que sea corrompida, también los bancos. Otra cosa que asemeja la caída de este y otros bancos insignia del capitalismo o de la Cajas de Ahorro hijas de la democracia económica con la corrupción de los cuerpos, es que los gusanos, que corrompen tanto los cuerpos carnosos como las entidades e instituciones, obtienen una buena y abundante carnaza. En unos casos llenando sus sinuosos cuerpos y en otros sus recónditas carteras.

El banco en la concepción capitalista de las cosas de la vida es el cetro del poder, la llave que todo lo abre, la poción mágica para todos los aquelarres, es un don divino y la prueba más palpable del éxito del capitalismo. Pero estos monumentos al egoísmo están construídos con cimientos de barro; sus cuentas tan opácas como puedan llegar a serlo son como el pasto seco a las llamas; a menudo el éxito de sus cuentas es proporcional al descalabro de sus inversores; la confianza en que basan sus relaciones es tan falsa como la falsa moneda.

El capital desde siempre se ha sustentado en la oportunidad que se ofrece cuando la desgracia a otro le acaece. Las hienas del capital van provistas de herramientas financieras capaces de convertir en oro cadáveres industriales, despojos sociales y cualquier tipo de devastación económica. Y cuando la caballería negra lleva sus tripas bien llenas, llegan las bandadas poco organizadas de los buítres, que arrebatarán hasta el último despojo que les quede a sus legítimos, hasta ese momento, dueños.

Cuando los medios, los tertulianos, los profesores eméritos, los políticos e incluso los legos más ineptos adoradores del capital defienden las tesis de la carroña neocom como legítima triunfadora de la contienda histórica entre comunismo y capitalismo, y en su obtusa verborrea insultan la inteligencia colectiva calificando de corrupto al comunismo, intercambiando los cromos de lo que es un ideología con los de quienes la pusieron en marcha en diferentes tiempos y países, demuestran a las claras no solo su invertebrada mentira, sino su poca cultura y su torticero análisis de la situación que pretenden aclarar o discutir.

Hay que decir que el capitalismo como ideología de colectividad no existe, ya que se basa en la creencia de que la persona es la base del todo, la iniciativa es privada o no es. En contra el comunismo aboga por una intervención del Estado en la actividad económica e industrial, tratando de organizar el avance social en base al desarrollo de políticas estudiadas por las cabezas pensantes en bien del colectivo. Así que cuando en una ideología cuya base es la individualidad y la iniciativa privada, y es ésta privacidad e individualidad la que provoca el caos, podemos asegurar que tal ideología es la causante del desastre. Mientras que cuando en una ideología cuya base es la colectividad y la iniciativa estatal, y de nuevo es la privacidad o la individualidad quien provoca el desastre o el abuso, nunca será la ideología la causante del caos sino el individuo corrupto en su individualidad.

Ideología según la R.A.E. es: el conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.

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