martes, 19 de febrero de 2019

Si yo supiera más...



Cuando escribo un texto la mayor parte de las veces no tengo un guión trazado, sólo voy escribiendo lo que mi mente me va dictando. Esta forma de actuar ante la página en blanco debe ser sin duda por mi falta de preparación, y es que no preparo nada, no tengo una hoja de ruta, el escrito se va haciendo solo, poco a poco.

Puse el texto inicial que me sirve de título, bajo la ideación inconcreta de algo que me bullía en torno a la educación. También presentía algo relacionado con casi todo lo que escribo, que al igual que en demasiadas facetas de mi vida se revela la improvisación y la falta de formación. Aún así, con esas carestías de rémoras de viaje, yo sigo para adelante, si algo me falta de saber lo compenso con algo que me sobra de voluntad.

Pero no todo el mundo es valiente y echado para adelante, la mayoría se para ante el primer obstáculo serio, se acojona ante la primera bofetada o el primer encontronazo. Así que en este mundo imperfecto el saber si que ocupa lugar, y ese es justo el lugar que dejan vacío las mentes obtusas y los coraceros de la sin razón, que como aquél general gritan "que muera la inteligencia", sin apenas darse cuenta que es ésta la que hizo a nuestra especie la dominante sobre el planeta. Sólo la avaricia tiene un poder semejante que nunca superior al de la inteligencia, lo que ocurre es que cuando al deseo desquiciado que ocupa al ávaro se le une la tosca perfidia del ruín, la brutalidad del sádico y la intolerancia del degenerado, no queda espacio para el raciocinio sólo para el lamentar y el arrebato. Es el momento en que la lucidez del conocimiento más aplastante puede inclinar la balanza; ante el despropósito el ingenio, ante la barbarie la precaución, ante el crimen la justicia, y ante el desalmado el golpe certero.

Cuando nos dejamos gobernar por idiotas, ajusticiar por criminales y avanzamos guiados por orates retrasados, la decadencia está llamando a nuestras puertas. Nuestros hijos solo aspirarán a ser sirvientes, nuestras moradas serán de otros, nuestro futuro pasado, y nuestra esperanza la nada. Cuando los pueblos se someten al dictado de los mercados, cuando lo importante no es la cultura sino la riqueza, cuando nuestro dios es nuestra divisa y la longevidad un término para medir tu vida laboral. Ya no se forma parte de una nación de hombres libres, se forma parte de un pelotón de inútiles devenidos en cantera de explotación. En amalgama de cuerpos de uso y desuso, en qué más da esta chusma, anda y que se jodan.

Si quienes deberían proteger tus derechos pisotean la carta magna y son esbirros de los usureros y de los mangantes. Si de quienes deberías esperar justicia hallas abuso; y si de quien esperas que reparta acumula en su beneficio, ya no tienes escapatoria. Deberías haber aprendido más, si hubieras sabido lo suficiente esos engaña bobos no te habrían pillado en un falso. De haber estado más preparado habrías puesto remedio a lo que se venía venir.

Yo de haber sabido más ya me habría rebelado. Vale la pena ser libre y honesto con tu saber, que civilizado y condenado a obedecer el dictado de los que se creen superiores, por encima de la ley. Yo de mayor quiero ser director general de lo que sea y disfrutar con ríos de coca y volquetes de putas. Si es que da la risa. ¡Ah! y un millón de euros de sueldo al año, aunque mejor en negro que no paga el impuesto de los tontos.

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