miércoles, 20 de febrero de 2019

La conspiración de la banalidad.



Una cosa es banal cuando se trata de algo trivial, común o insustancial. Yo creo sinceramente que en el mundo se lleva a cabo una soterrada conspiración en la que están inmersos los medios de comunicación, las oligarquías financieras, los gobiernos de distintos signos y muchos libre pensadores. Todos ellos, de una u otra forma y por uno u otro motivo han abrazado las mismas consignas, unas directrices elaboradas a través del tiempo por diversos y, a veces, desconocidos autores, y que se han ido enquistando en el cuerpo social, persiguiendo un objetivo final que es la dominación del hombre por el hombre.

Esto de la dominación viene de lejos, de nuestros inicios como civilización, unos intentan dominar a otros para explotarlos y exprimir en beneficio propio sus aptitudes. Al inicio se hizo con el látigo, pero ese método a menudo acababa en derramamientos de sangre. Con el pasar del tiempo, algunos hombres más dotados empezaron a elaborar técnicas de sometimiento voluntario, y ya en nuestros días está más que demostrado que estas técnicas están en pleno funcionamiento.

Vemos a hinchas iracundos enfrentarse a la policía para defender a sus equipos de fútbol, que están conformados por mercenarios del dinero que viven como reyes gracias a los dineros de los estúpidos que pagan sumas elevadas por verlos jugar al deporte que les encanta. Los fanáticos hinchas creen que defienden sus vidas cuando gritan descompuestos para animar a los millonarios que juegan con la pelota y que se parten el culo de la risa que les da que el mundo esté tan plagado de simples comparsas y paganos satisfechos mientras ellos se enriquecen de por vida.

Vemos como los niños saltan de alegría o llevan una cara de gran satisfación, en los spots publicitarios y en la vida real, cuando se inician las clases interrumpidas por las vacaciones de verano porque van con la última moda de ropa puesta, porque  llevan los complementos más deseados o porque son transportados en el coche con más tegnología del mercado.

Compramos lo que nos dicen y cuando nos lo dicen, llenamos las autopistas de coches para ir al trabajo y para volver del mismo, abarrotamos playas buscando el encuentro íntimo con la naturaleza, los conciertos para adorar a estrellas fulgurantes que cantan canciones sin sentido o sin moral, devoramos a las especies como si la Tierra fuera un supermercado con mercancias ilimitadas, fornicamos no para reproducirnos sino por placer, por deseo o por dominación, abusamos del poder si acaso lo rozamos con los dedos, tapamos las estrellas con nuestras luces cegadoras para sentirnos protegidos aunque estemos todos bajo techo, creemos en políticos dolientes y en dioses inexistentes, acatamos las leyes como si fueran nuestras defensas cuando en realidad están hechas para doblegar nuestras aspiraciones, somos marionetas de profetas y de cautivadores de conciencias, jamás llegaremos a nada porque las primeras filas ya están ocupadas y son hereditarias, y mientras pasan los años, primero los de la infancia donde te moldean, luego los de la juventud donde te dejan gritar a tus padres y a quienes te enseñan, luego los de la madurez donde solo lo banal es tu realidad diaria y tu dios, y luego al final la vejez donde se te relega y olvida en un rincón a la espera de que te mueras.

El mundo no es para todos, el mundo es solo para ellos, para los que conforman la conspiración. La diosa Banal acuna sus sueños de déspotas, les porta las espadas para que corten las cabezas de los ajusticiables mientras la muchedumbre aplaude al verdugo. Bajo sus directrices fabrican los billetes sin valor que dicen es el dinero legal, con esos papelitos te compran parte de tu vida, cuando no toda, para que fabriques sus aviones de guerra, construyas sus palacios de lujuria y mandes a tus hijos a hacer sus guerras. Harás lo que te digan porque ya no eres un ser humano eres solo un ente banal, una escupiña de los labios de la diosa que todo lo banaliza. Ahora tu seso es parte de su sexo con el que fornican los reyes y los que mandan en el planeta. Cuando se cansen de tí te arrojarán a una de sus lúgrubes cuevas, con la excusa que quieran, puede ser una enfermedad que pudieron evitar, la bancarrota que aparece de cuando en cuando, una guerra o un atentado hecho por atontados, un accidente en cadena o la cadena de un hincha del otro equipo.

Y contra la banalidad y sus conspiradores solo hay una vacuna, es muy cara de conseguir y difícil de encontrar ya os lo advierto, no está disponible ni estará jamás a la venta, no se encuentra en ninguna tienda y no se puede pedir a Amazón ni a Wish. Pero a pesar de todo la puedes oler, la puedes ver si sabes cómo mirar, la tocas de contínuo y sabrás donde está si tu seso no estuviera tan ocupado con la banalidad. Pero, y vuelve a haber otro pero, para alcanzar tan magnífica vacuna tendrás que pensar por tí mismo, sé que es difícil después de tantos años dirigido por los orates que destruyen el planeta y quieren esclavizar hasta al último de los humanos. Se trata de la verdad, se trata de la realidad, se trata de lo natural, se trata del amor, se trata del planeta Tierra, se trata de tu descendencia y tu ascendencia, de tu propia libertad, del cielo y del universo, de las estrellas y las profundidades abisales, del llanto de un niño y de la risa de una mujer, de la experiencia del maestro y de la locura de la juventud, se trata de la vida. Puedes seguir dejándote esclavizar o puedes unirte a la Resistencia contra la diosa Banal y sus malditos conspiradores. Se inteligente y vacúnate, aún estamos a tiempo.

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