domingo, 17 de febrero de 2019

No alcanzo a comprender...



Por mucho que me esfuerce no consigo entender a algunas personas, aunque en realidad no son solo algunas, son millones y están entre nosotros. Podría estar refiriéndome a los que no respetan el medio ambiente, tanto a plantas, al medio terroso, a las aguas, al aire o a los animales, y me da igual si son plumados, peludos, nadan, corren o vuelan, si son enormes como las ballenas o los elefantes o mínimos como las avejas o las hormigas; también podría estar refiriéndome a los que se creen superiores a las personas de sexo diferente como las mujeres, a quienes no se reconocen en su sexo de nacimiento como los gays, a quienes les queda mucho por aprender porque son menores, a quienes ya lo han vivido casi todo y se merecen nuestro respeto como los mayores, a los de otra raza diferente, a los que profesan otra religión y creen en otro Dios tan falso como el de nuestros ancestros y por supuestos a aquellos que provienen de allende los mares o de otros lares. Podría estar refiriéndome a tanta clase de personas a las que no comprendo, pero en realidad estoy refiriéndome a todos los que he nombrado y que además de otras cuestiones a día de hoy abrazan postulados como los que defienden las personas a las que he mentado en las líneas anteriores.

Por mucho que me esfuerce no consigo entender a quienes votan, apoyan, militan o defienden a partidos nacionalistas, fascistas, de derechas o de la ultra derecha más trasnochada. Y por desgracia no son solo algunas personas, por desgracia son millones y creen que tienen razón y que un Dios imaginario está con ellos.

Llevamos a penas dos siglos desde que se formó la primera democracia moderna, porque lo de la Grecia antigua de democracia solo tenía el nombre ya que excluía a la mayor parte de la población, y en esos dos siglos han habido un montón de ataques contra su existencia. La democracia en realidad es practicamente inexistente, ya que los parámetros por los que se viene definiendo a ésta son bastante laxos. Un ejemplo más que claro de tal laxitud es la llamada mayor democracia del mundo, la República de la India que con más de mil doscientos millones de habitantes se considera democracia porque sus representantes políticos son elegidos mediante un sistema de elecciones. La Constitución de este país es la más larga del mundo donde define su forma de república como soberana, socialista, secular y democrática, calificaciones muy por encima de sus merecimientos, ya que se trata de una nación donde aún pervive un sistema de castas en el que las personas son tratadas según su procedencia de nacimiento, donde la religión ocupa un lugar preeminente, donde la pobreza, los hábitos esclavizadores y el abuso a las minorías y a las mujeres son moneda de cambio. Sinceramente laa calificación de democracia le viene muy grande a ese país de falsos demócratas.

Hoy en día el mapa mundial de seudo democracias se limita a una zona donde habitan un máximo de mil o mil quinientos millones de personas, el de democracias reales es practicamente inexistente. Esta es mi percepción y por ahora no voy a entrar a explicar los porqués, pero me basta con decir que la igualdad de las personas en cualquiera de las democracias más avanzadas no es cierta al cien por cien, hay demasiadas diferencias. Por supuesto que nadie es igual a otro, tenemos diferencias pero eso no insta a que ante la ley seamos idénticos, que tengamos las mismas posibilidades de defensa que cualquier otro y esto último no existe en ninguna democracia, si tienes dinero siempre podrás optar a mejores abogados; con la salud pasa tres cuartos de lo mismo, en la democracia más antigua, los Estados Unidos, si no dispones de dinero o seguro médico te mueres fijo, dónde esta la democracia y la igualdad de los hombres entre los yankis.

Aún así, en la larga lucha de los hombres por encontrar cierta igualdad, cierta seguridad y sobre todo tanta felicidad como les sea posible, nos hemos enfrentado de continuo a los intolerantes en cuanto a los derechos de los ciudadanos, a quienes creen que no todos somos iguales ante la ley, ni que todos tienen los mismos derechos a la salud o a disponer de un trabajo digno o de un techo donde desarrollar sus vidas. Pero también hemos tenido que enfrentarnos a los que en la búsqueda de un beneficio a costa de lo que es de todos y que debemos proteger para el disfrute de nuestros hijos, cada día destruyen el paisaje y queman los bosques, a quienes horadan las tierran y las abandonan cuando han saqueado las riquezas que buscaban, a quienes llenan las tierras de pesticidas y venenos procedentes de las industrias que enrriquecen a unos pocos y acaban con la vida en la Tierra.

Y habremos de continuar enfrentándonos a los millardos de tarados que bajo la sombra sangrienta de una bandera del odio, que en muchos casos, demasiados tal vez, izaron al viento para acabar con los derechos de sus hermanos, de sus vecinos, de sus compatriotas, cruzaron los territorios sembrando las cunetas de miles de ajusticiados, anegaron las tierras de la sangre de los inocentes, acabaron con sus inmisericordes bombas con la esperanza de un mundo mejor, surcaron en manadas asesinas las calles bajo penumbra dando los tiros de gracia a los caídos. Tantos tarados, tantos inmisericordes, tanto odio y tanta sin razón.

Y ahora vuelven atronando con sus bocazas fasciosas y sus miradas altivas, ahora vuelven con sus escuadras victoriosas para derramar de nuevo la sangre de la vida, ahora vuelven en busca de perpetuar su asquerosa y perturbada arrogancia. Ahora es la hora de que los paremos y de que no vuelvan a enseñarnos que es la democracia, ahora es la hora de que los mandemos a las catacumbas de donde nunca debieron salir.

Votar es tu derecho, tu voto ha de ser responsable porque si votas sin ton ni son puede que vuelvan. Usa tu voto para pararlos en las urnas y no hayas de hacerlo en las barricadas.

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