sábado, 18 de mayo de 2019

El vuelo del ave Fénix.



Envuelta en llamas llega a veces la muerte, es una forma horrible de acabar la epopeya de la vida para quien la sufre, pero no parece importarle a quien la provoca. Los asesinos lo son no por la conciencia de sus actos sino por la premeditación de los mismos, aquellos a los que sus actos criminales les sorprenden son los homicidas, y de esos hay demasiados. La sorpresa que adviene en esto casos no debería de llamarse así sino más bien imprudencia o directamente canallada, tal y como ocurrió en el vuelo SU-1492 de Aeroflot del 5 de mayo de 2019 en el que después de un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Moscú, varios pasajeros entorpecieron la evacuación del aparato en llamas porque trataban de recoger sus equipajes, cuestión absolutamente prohibida en esos casos.

Y si solo fuera Moscú, pero no, las canalladas se suceden por todo el globo con una terrible cadencia que deja a diario una riada de cadáveres. Y estos muertitos no renacerán de sus cenizas tal y como lo hizo la mitológica ave, estos muertitos solo volverán a la vida cada día en el recuerdo de sus deúdos, a estos muertitos solo les quedará el largo e inmediato camino a su estela amantísima que con sus amorosas llamaradas les acogerá y acompañará en un eterno y cálido viaje a través de los tiempos interestelares.

Y a pesar de todo habremos de seguir adelante, sobrevolando a la necedad de los imprudentes, trocando nuestra desazón por una larga ristra de buenas acciones como forma de compensar el dolor derramado por los actos de inconscientes, y esa sería una forma de alentar al ave Fénix a remontar el vuelo aunque ya no puedan hacerlo las víctimas de la canalla. Dicen que nuestras acciones se graban a fuego en el éter por el que viajan las ánimas que no pueden escapar de sus maldades en vida, y que el peso que lastra a las que son producto de canalladas golpea el devenir de nuestros momentos más personales devolviendo ojo por ojo, diente por diente.

Y llegado a este punto, en el que cada letra, cada palabra, cada frase cuesta más y más por la sangre de los inocentes, por la barbarie imperante, por la causa de los hombres que se creen dioses malditos, lo dejo para tratar de ser mejor, de no malmeter, de tener empatía y de jamás ser un canalla inconsciente.


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