martes, 10 de mayo de 2022

La guerra de los idiotas.

 



Podría llamarla de cualquier otra forma, pero la infamia, la arrogancia, la prepotencia y cada uno de los calificativos que arropan a la maldad pueden agruparse en el de la idiotez. Cuando nos estamos enfrentando a una crisis tras de otra de carácter sanitario, humanitario y de pura supervivencia de la humanidad, que tras un descalabro económico que sigue al anterior, lucha por minimizar la sangría de una pandemia, cuando miles de millones de seres humanos no acaban de salir de la pobreza sistémica y millones mueren de hambre o de miseria cada año, cuando estamos ante el abismo de la subsiguiente extinción masiva de seres vivientes, de biodiversidad y de nuestra propia existencia ante el duelo de los orates que no dejan de arrasar con nuestros bosques, selvas y ecosistemas, cuando soportando sin poder hacerlo a unas industrias y a unas élites económicas depredadoras y extractoras hasta el límite de lo imposible que contaminan, degradan y destruyen nuestro planeta como si no pasara nada y a ellos no les afectase, cuando necesitamos como agua de mayo inversiones multimillonarias y políticas generalizadas para apoyar la investigación y el progreso para todos incluida la biodiversidad; es en este momento cuando tras las presiones de unos y el poco aguante de otros se declara sin declararse la penúltima guerra de agresión entre vecinos, entre hermanos que no tendrá un final feliz.

¿Qué hemos hecho para tener que aguantar a estos imbéciles a los mandos? ¿Cuándo vamos a tener unos dirigentes sensatos, inteligentes y honrados a más de honestos?

Tenemos muchos retos que superar y ninguno incluye otra guerra de destrucción, deberíamos apartar a tanto inútil que pretende llevarnos por la senda equivocada, tenemos que tomar las riendas de nuestras vidas y plantar cara a tanto orate desquiciado. Por favor, tenemos menos tiempo del que creemos para salvar el planeta y las guerras no ayudan.

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