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viernes, 18 de enero de 2019

Domingo 12 de marzo de 2017.



Un día como otro cualquiera para comenzar este peculiar diario. No hace demasiado tiempo, un mes, varias semanas o solo unos pocos días que había decidido que ya tenía agotada mi retahila de escritos, fueran estos del tipo que fueran, solo me quedaban cartuchos en la recámara para breves anotaciones o cortos apuntes sobre cualesquiera temas o cuestiones. Pero este insensato virus que me carcome hace que de nuevo me ponga a amortizar la tableta que con el fin de escribir mi última novela había adquirido no tanto tiempo ha.

Así que ante la revuelta a la iniciativa del viejo arte de la escritura decidí quedarme entre medio, entre empezar un escrito de calado, a mi entender, o escribir empezando poco a poco sin objetivo definido. y así surgió la idea de hacer un diario, no ya de las cosas que me pasan cada día sino de las cosas que a diario pienso y en ello me pongo.

Día uno.

Hoy la cabeza no para de darme vueltas sobre lo mismo de siempre, el porqué de las cosas, y en concreto el porqué de la estupidez humana. Ayer mismo compartía una viñeta que encontré por la red en Google+, la misma red donde voy a exponer mi peculiar diario (y ahora por mor del futuro apagado de la citada Red lo pongo en Facebook también), en ella se mostraban tres carteles, el primero indicaba: "Fila para criticar" y se veía una cola interminable de personas que se perdía en el horizonte. A su lado el segundo cartel indicaba: "Fila para sugerir lo que debe ser hecho" detrás del mismo solo una decena de personas formaban la cola. El tercer cartel indicaba: "Fila para hacer" y nadie se hallaba a la espera. La viñeta refleja sin duda alguna a la misma humanidad, a nuestra sociedad, aunque probablemente se podrían hacer otras viñetas bien diferentes que también calcasen los usos y costumbres de nuestros semejantes.

La admiración por el embaucador.

Siempre admirados por unos y por otros estos seres anodinos que son endiosados por la masa borreguil de la que formamos parte, alcanzan las más altas cotas de popularidad gracias a la idiotización organizada de la sociedad que los adora. Las élites económicas y políticas, sobre todo las primeras son los titiriteros de tamañas artimañas, crean unos ídolos con los pies de barro para que la masa crea en la posibilidad de ser como ellos por alguna especie de artilugio, magia o bendita casualidad, por ello los programas de futuras estrellas y famosillos de tres cuartos prodigan y funcionan a las mil maravillas, todo hijo de vecino cree posible ser una estrella de algo, más muy pocos o casi ninguno apostaría por ser o parecerse a un afamado e inteligente científico, a un raro matemático o a un introvertido investigador del adn o de las células madre, pasa justo como en la viñeta, la fila de los criticones la formarían los adoradores del famoseo, futboleo y otros mamoneos variopintos e insustanciales, la fila de los que sugieren soluciones sería la de los admiradores de los sabios que tanto hacen por la humanidad, y la tercera fila sería la de los aspirantes a sabios que como en la viñeta cada día importan menos y cada día se invierte menos en ellos y en sus estudios abocándolos a la desaparición, sobre todo en países como el nuestro donde quienes deben de velar por el avance de las ciencias son más forofos del Madrid CF o del FC Barcelona que de la sintesis de la madre que los parió, que como ellos mismos parecen odiar al país que deberían amar.

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